Devocional – UN RESCATE DOBLE

Devocional – UN RESCATE DOBLE
por el Hermano Pablo

María Álvarez nació en la ciudad de Cuiabá en el estado selvático de Mato Grosso, en el centro de Brasil. Su hogar paterno, que compartió con diez hermanos, había sido un infierno. Sus padres nunca tuvieron lo suficiente para darles a sus hijos una existencia adecuada, y la escasez era continua. En cuanto los hijos podían, se iban de la casa. María se fugó del hogar a los trece años de edad. Se fue con unas amigas al norte, a la ciudad de Manaus, capital del estado de Amazonas. ¿Por qué Manausí Porque se decía que allí había trabajo.

En efecto, María encontró trabajo, pero no sabía que el que se lo había ofrecido era un alcahuete. Éste, engañándola con cariño y dinero, la convirtió en una prostituta. Tenía sólo trece años, y ya era víctima de lo peor de la humanidad.

Una noche, después de dos años de vivir en esa cloaca humana, María no pudo soportar más, así que se bebió una dosis de veneno para ratas. Pensó sólo quedarse dormida para nunca más ver la luz del día, pero el dolor del estómago fue tal que sus gritos sirvieron de alarma, y la rescataron a duras penas mediante la rápida intervención de sus compañeras de oficio.

Gracias a la compasión eterna de Dios y a un pastor que visitaba el hospital, María, desde el fondo de su agonía, escuchó de labios del pastor las promesas del Evangelio de Cristo. Allí mismo ella le pidió a Cristo que fuera el Señor de su vida. Y allí mismo encontró una nueva vida.

Hay muchos que llevan una vida parecida a la de María. Quizá no sea la misma cloaca en la que se encontró ella, pero cualquier clase de vida que, en vez de darnos paz y de infundirnos aliento, nos arrastra al mal sumiéndonos en el pecado, es una cloaca que nos consume.

Cualquiera de nosotros puede salir de ese lodo cenagoso que lo está consumiendo. Cristo vino para rescatarnos de los infiernos de esta vida. Sus palabras fueron: «Porque ni aun el Hijo del hombre vino para que le sirvan, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos» (Marcos 10:45).

Hay un Dios, y si nosotros, en medio de nuestra esclavitud, creemos en Él y en su Hijo Jesucristo, que murió por nosotros, y si además le rendimos nuestra vida, Él nos librará de esas cloacas. Cristo sólo espera que clamemos a Él, pues vino para dar su vida en rescate por nosotros. Aceptemos ese rescate hoy. Así este día marcará un nuevo principio en nuestra vida.

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