Devocional Diario – «POR AMOR SOY DE TI»

Devocional Diario – «POR AMOR SOY DE TI»
por Carlos Rey

Por amor se han creado los hombres en la faz de la tierra, por amor hay quien haya querido regalar una estrella. Por amor fue una vez al Calvario, con una cruz a cuestas, Aquel que también por amor entregó el alma entera. Por amor se confunden las aguas y en la fuente se besan y en las alas de la mariposa los colores se crean. Por amor ha existido en el mundo siempre tanta belleza, y el color de la naturaleza se pintó por amor.

Por amor soy de ti, y seré toda la vida.
Mientras viva, por amor soy de ti,
por amor, por amor, por amor.

Por amor una noche cualquiera un amante se entrega.
Por amor con un beso se calman unos labios que esperan.
Por amor ya no llevo las cruces que me dio el sufrimiento;
por ti lo que fuera mi suerte se cambió por amor.

Por amor soy de ti, y seré toda la vida.
Mientras viva, por amor soy de ti,
por amor, por amor, por amor.

A este tema musical se le ha considerado el Himno Nacional Dominicano del siglo veinte, a pesar de lo que su compositor, Rafael Solano, llegó a considerar una desventaja. «Escribí “Por amor” con pocas esperanzas [—admite Solano, que es oriundo de Puerto Plata—], porque eran unas letras un poco religiosas. Me pregunté a dónde va a llegar esto…. [Pero] después de haber ganado [el Primer Festival de la Canción Popular Dominicana en 1968], una grabación en vivo… permaneció durante quince días en todas las emisoras del país, luego reventó en Puerto Rico, y después apareció en Chile y se fue regando por todo el mundo. Unos estudiantes de Rusia me dijeron que la escucharon en Moscú y hasta en Tokio.» 1

Catorce años después de ese triunfo inicial, el maestro Solano fue a París como Embajador y Delegado Permanente ante la UNESCO durante cuatro años. 2 Fue a representar a su patria, a la que, mientras viviera, pertenecería «por amor» y llevaría en el alma.

Ya hacía unos dos mil años que Jesucristo, el Maestro de maestros al que Solano aludió en su famosa canción, había ido a Jerusalén como emisario del Padre celestial, a representarnos a cada uno al morir en la cruz del Calvario en nuestro lugar, entregando alma y cuerpo «por amor» a nosotros. Ahora sólo nos queda corresponder a ese amor, prometiéndole a Cristo en las palabras de Solano: «Por amor soy de ti, y [lo] seré toda la vida.»

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