“No hago nada por mi propia cuenta, sino lo que veo que mi Padre hace"

“No hago nada por mi propia cuenta, sino lo que veo que mi Padre hace»

“No hago nada por mi propia cuenta, sino lo que veo que mi Padre hace” Entonces Jesús afirmó: Ciertamente les aseguro que el hijo no puede hacer nada por su propia cuenta, sino solamente lo que ve que su padre hace, porque cualquier cosa que hace el padre, la hace también el hijo. Pues el padre ama al hijo y le muestra todo lo que hace.

Sí, y aun cosas más grandes que éstas le mostrará, que los dejará a ustedes asombrados. Juan 5:19-20 Cuando me siento a ver con paciencia las cualidades de mis tres hijas, es casi inmediato cómo identifico en ellas los gestos, palabras y hasta aseveraciones firmes de mi esposo, no cabe duda, pienso en mi interior, que ellas tienen el sello de ambos, pero ¡cuánto más se parecen a su papá!

Pero si quiero ser justa en mi observación debo reconocer que en mi caso como hija indiscutible de Pedro Vílchez, y a pesar de tantos años que él partió, yo también soy digno retrato de papá.

Los hijos que tienen convivencia diaria y permanente con papá, por supuesto que captan la voz, la moral, juicios y emociones del más fuerte de la casa, tanto así que hasta los defectos que no queremos heredar se pueden convertir en una vergüenza familiar que pase de generación en generación, por ello la cabeza del hogar es responsable ante Dios, pero también de generaciones de hombres sobre lo que está dejando como legado.

Los religiosos que se creían únicos herederos del Dios de Abraham, Isaac y Jacob veían con desden a Jesucristo, cada milagro, cada palabra que salía de los labios del Mesías les hacía rechinar los dientes de ira, ellos se habían apoderado “legítimamente” de la paternidad y única herencia del Dios verdadero.

¡Que equivocados estaban! Por eso Jesús al responderles sí reveló la excepcional unión que tenía con el Padre, sólo eran posibles tantos milagros, tanta sabiduría, tanto amor en su actuar por la dependencia del Hijo con el Padre Celestial:

“El Hijo no hace nada por su propia cuenta”

“El Padre ama al Hijo”

“Yo he venido en nombre de mi Padre y ustedes no me aceptan”.

“Mi Padre aún hoy está trabajando y yo también trabajo”

“Mi Padre hasta ahora obra y yo obro”

¡Que frases tan difíciles de ser entendidas para los judíos! Ellos no admitían que alguien se apropiara el derecho de ser hijo, ellos jamás usaron la expresión “mi Padre” pues consideraban que era un lenguaje demasiado íntimo, además llamarse así daba a entender que se hacía igual a Dios. Pero era precisamente porque tenía Jesús una relación excepcional con el Padre, que solamente así le era posible actuar en dependencia de él, por lo tanto, el Padre le revelaba al Hijo sus planes y propósitos y el Hijo los llevaba a cabo obedientemente.

Dios es nuestro Padre y él quiere revelarnos cada día los planes más sublimes que tiene para nosotros, quiere que tengamos trato con él para así poder parecernos un poco más al Padre Celestial y miremos con gestos de tolerancia y perdón, que respondamos con sabiduría y dirección, que sepamos escuchar sin prejuicio ni desconfianza, que lo imitemos y dejemos de hacer las cosas por nuestra propia cuenta y las hagamos en el Nombre de nuestro Padre Dios.

¿A quién quieres imitar? Tu Padre celestial espera revelarte cosas más grandes y asombrosas que no imaginas, habla con él y te mostrará lo que debes hacer.

Que el Señor Jesucristo te conceda gracia y paz

Martha Vílchez de Bardales

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