Juan 3:16-18 – El Amor Equilibrado


Juan 3:16-18 – El Amor Equilibrado

Juan 3:16-18





16 »Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo *unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna.17 Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo por medio de él.18 El que cree en él no es condenado, pero el que no cree ya está condenado por no haber creído en el nombre del Hijo unigénito de Dios.

Si a una madre se le cae un hijo en charco de aguas negras, esa madre deja lo que esté haciendo y se tira en el charco, ella no piensa que el agua hiede mucho, se tira de forma automática, sin pensar, esto se debe a que siente amor por su hijo, lo cual significa que el ser humano sí tiene la capacidad de amar. Ahora bien como la madre tiene ese sentimiento de amor, se preocupa para que su hijo no caiga en el hoyo, ella le advierte de la existencia de dicho hoyo, la madre se mantiene vigilante, ella le pide a su hijo que sea obediente para que no caiga.

No es necesario que el hijo se caiga en el hoyo para que la madre sienta amor por su hijo, ella lo siente siempre, no tiene que ocurrir una tragedia para sentir amor, el mismo amor actúa previniendo la caída, y si ocurre la caída actúa tratando de resolver el problema. Pero a causa de su amor nunca quiere que ocurra la caída, esto es equilibrio emocional, la madre no tienta sus sentimientos.

Hay personas que tientan a otras produciéndoles un problema, para saber si la otra persona les ama o no; en otras ocasiones la persona crea un problema para resolverlo y con esto demostrarle a la otra persona que sí lo ama. Los problemas no se deben planificar para demostrar amor y aprecio, cuando se tiene el amor, tu buen comportamiento lo demuestra, es algo que esta dentro de ti, por lo que siempre que actúes eso es lo que va a salir (de la abundancia del corazón habla la boca).

La actitud de Jesucristo:

El demonio tentó a Jesucristo diciéndole una verdad, cuando le dijo: “si en verdad eres el Hijo de Dios, lánzate de esta torre, porque escrito está, que un conjunto de ángeles te sostendrán para que no caigas”, y Jesús le respondió, “no tentarás al Señor tu Dios”. En este caso el demonio intentó tirar al Hijo para que el Padre tuviese que demostrar su amor hacia el Hijo.

Luego que el ser humano cayó en pecado (en el hoyo), fue necesario que Jesús se lanzara desde el cielo a la tierra (que grande es Jesús), se sacrificó en este mundo lleno de aguas negras, Él vino a sacarnos del hoyo. En este caso el hijo (nosotros) se cayó por desobediente, Jesucristo respondió con amor para salvarnos (Juan 3:16-18).

Jesucristo con el mismo sentimiento de amor actúa cuando es necesario, resolviendo
el problema, no produciendo problemas para luego hacer una demostración. La misión de Jesús constituyó el acto de equilibrio emocional más grande jamás visto, esto se debe a la misericordia y amor que Dios nos tiene.

Adoremos a nuestro Señor Jesucristo por su inmenso amor que lo llevó a salvarnos y darnos vida eterna a Su lado. Pero también seamos obedientes a sus mandatos, dados en la Biblia, para que no caigamos en las tentaciones y de ese modo mostraremos nuestro amor por Jesús y nos evitaremos los problemas y sufrimientos que trae como consecuencia caer en el pecado.

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