Reflexiones Cristianas – Engañándonos a Nosotros Mismos

Reflexiones Cristianas – Engañándonos a Nosotros Mismos



Engañándonos a Nosotros Mismos «Sabroso es al hombre el pan de mentira; Pero después su boca será llena de cascajo» (Proverbios 20:17)

se cuenta la historia de una señora que alquiló una cabaña para pasar el veráno. Con la cabaña ella encontró también un perro. De todos los muebles de la casa, el entremés más agradable, para la señora, era una confortable butaca. Ella la hallaba mejor que cualquier otra en la casa. Pero ella casi siempre encontraba la butaca ocupada por el perro.

Teniendo miedo del animal, ella nunca se atrevía a expulsalo. En vez de eso, ella iba hasta la ventana y gritaba: «gatos»! El perro inmediatamente corría hasta la ventana y comenzaba a ladrar. Mientras tanto, la vieja señora ocupaba el lugar en su butaca preferida. Un día el perro entró en el cuarto y halló la señora sentada en la butaca.

Él se dirigió hasta la ventana y, mirando para afuera, se mostró muy agitado y comenzó a latir sin cesar. La señora quedó asustada y corrió para la ventana para ver lo que estaba aconteciendo. El perro, calmamente, ascendió y se instaló en la butaca. Los engaños practicados contra los otros, más temprano o más tarde se volverán a nosotros mismos.

La ilustración nos invita a una reflexión. ¿Hemos sido verdaderos en nuestras actitudesí ¿Hemos sido sinceros en nuestra relación con las personasí ¿Hemos testificado de Cristo haciéndolo verdadero en nuestras vidasí

A veces pensamos que un engaño aquí y una mentirilla allí no traerán ningún perjuicio para nadie. Hasta llegamos a decir que una mentira puede ser necesaria. Y, muchas veces, creemos realmente en eso. Pero la Palabra de Dios nos enseña lo contrario. mentira es mentira siempre y no existe mentiras pequeñas y grandes. Ella siempre herirá a la santidad de nuestro Señor y nos traerá consecuencias espirituales muy malas.

Cuando mentimos y engañamos a nuestro prójimo, en verdad estamos engañando a nosotros mismos. Dios se entristece con nosotros y nosotros mismos acabaremos entristeciendo a percibir qué dejamos de glorificar a nuestro Salvador e hicimos apenas aquello que agrada al diablo. Él es el padre de la mentira y no queremos ser contados entre sus hijos.

Somos hijos de Dios. El Señor Jesus es la Verdad. Vivamos de tal forma que siempre lo glorifiquemos.

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