Cuando la soledad se apodere de usted- Parte 3

Dé los pasos correctos hacia la libertad
La soledad no es un pecado, pero éste puede, sin duda, empeorar el sentimiento. Una joven que estuvo involucrada en una relación de inmoralidad sexual con un hombre no creyente, reconoció que a menudo se sentía sola. Sus acciones habían levantado una barrera entre ella y el Señor. Le resultaba difícil orar y pasar tiempo a solas con Él. Dejó de ir a la iglesia, y aunque su novio estaba con ella, su sentimiento de soledad se hacía mayor. Sus sentimientos de culpa y de vergüenza la aislaron de su familia y de sus amigos. No fue hasta que se dio cuenta de hasta qué punto había descarriado su vida, que decidió hacer un cambio significativo pidiéndole a Dios que la perdona y restaurara.
Si usted está sufriendo por vivir en el pecado, Dios quiere que usted sea libre, pero para que esto suceda tiene que tener la disposición de reconocer que ha actuado mal. Apártese después de su pecado para que pueda volver al refugio de los tiernos brazos de su Padre celestial. También tendrá que llegar al punto en que entenderá que una relación saludable con personas piadosas, que aman a Dios y que están dispuestos a animarle en su vida cristiana, son cruciales para su crecimiento espiritual.
La recuperación de la soledad comienza cuando usted reconoce que hay un problema. La mayor parte del tiempo, este primer paso es el más difícil de dar. Pero si no enfrenta el hecho de que se siente solo, jamás podrá tener la victoria.
La segunda cosa que deberá hacer es reconciliar sus deseos con los de Dios. Esto significa que debe estar dispuesto a dejar a un lado sus deseos en un intento por proclamar su necesidad de Cristo y su fe en Él.
Muchos de los placeres que busca la gente, no es lo mejor que Dios ofrece. Se empeñan en conseguir lo que Él no quiere que tengan, pero al hacerlo crean una tensión en su relación con el Señor. Si lo siguen haciendo, llegarán a un punto en que Él les dejará tener lo que ellos creen falsamente que les traerá la felicidad. Pero nunca sucede así, al menos no por mucho tiempo. Usted necesita tener el deseo sincero de conocer a Dios. Pase tiempo con Él cada día, y notará que la soledad que una vez sintió está disminuyendo.
El tercer paso para vencer la soledad es uno que trae una esperanza y una seguridad tremendas. Es recordar las promesas de Dios. David reconocía la gravedad de sus circunstancias e inmediatamente recordaba los tiempos en que Dios lo había librado de sus problemas. El Señor puede capacitar su mente para que usted haga lo mismo. Cuando le golpeen los problemas, podrá recordar una promesa de la Escritura. Puede ser algo tan rápido y seguro como: «Fiel es el que os llama, el cual también lo hará (1 Tes. 5:24). O tal vez le hablará la esperanza que se encuentra en el salmo 91: «El que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del Omnipotente» (v. 1).
¿Cómo puede usted vencer la soledad? Hay una forma segura, y es a través del compañerismo con Jesucristo, y dedicando tiempo a la Palabra de Dios. El Señor venció las tentaciones del Enemigo mediante el uso de la Palabra de Dios como una defensa, y usted debe hacer lo mismo. No sólo vencerá la soledad, sino que también sentará en su vida las bases de una esperanza inquebrantable e indestructible.

2 COMENTARIOS

  1. Si yo soy fiel a Dios,El siempre serà fiel a mi………….Si pongo en el primer lugar a Dios,El siempre me pondrà en primer lugar

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