«Bienaventurado el Varón» (Parte II)

El Varón De Dios «Bienaventurado» (Parte II)     

Bienaventurado El Varón de Dios

Muchos que profesan ser creyentes anhelan recibir las bendiciones o favores de Dios en sus vidas sin un genuino compromiso a ser obedientes a Dios y a Su Palabra.  

En los primeros dos versículos del Salmo 1, claramente hemos podido ver que un «varón» solamente puede llegar a experimentar una vida de dicha y felicidad en su corto peregrinaje por este mundo si: «no anda en consejo de malos, ni está en camino de pecadores, ni se sienta en silla de escarnecedores, sino que en la ley de Jehová está su delicia y en su ley medita de día y de noche«. 

No existe un solo escritor de las Sagradas Escrituras que nos haya presentado la vida Cristiana como una constante «luna de miel». Pablo nos exhortó con voz de mando a «pelear la buena batalla de la fe» (1Timoteo 6:12) y Jesús mismo dijo: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame» (Lucas 9:23)  

El «varón» de Dios no tiene otro camino u opción que pelear la batalla y tomar su cruz cada día si es que en realidad desea recibir la plenitud de la manifestación del poder divino en su vida que el autor del Salmo 1 presenta en el versículo 3: «Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da fruto en su tiempo, y su hoja no cae; y todo lo que hace prosperará«. 

En primer lugar el salmista compara al «varón» que es obediente a la Palabra de Dios «como un árbol plantado junto a corrientes de aguas«.  

Invito al lector a observar que el «árbol» no surgió de la casualidad, sino que fue «plantado». La conjugación del verbo “ser” en tiempo futuro “será”, es un claro indicativo de que el árbol no estaba plantado “junto a corrientes de aguas” sino que fue trasplantado.  

El “árbol” representa nuestra persona. El salmista no nos dice en donde estaba ese árbol plantado anteriormente; pero es obvio deducirlo por la experiencia de nuestras propias vidas antes de ser “llamados de las tinieblas a su luz admirable” (1Pedro 2:9), que no estábamos plantados en un lugar que agradaba a nuestro Padre sino en el desierto de este mundo en compañía de otras personas que no vivían de acuerdo a Su voluntad.  

Aquel día que permitimos a Jesús entrar en nuestro corazón y nos comprometimos a seguirle, entonces el Espíritu Santo trasplantó nuestro “árbol junto a corrientes de aguas”. Este proceso Dios no lo hubiera podido consumar satisfactoriamente si nosotros nos hubiéramos resistido a que Su voluntad se cumpliera. 

El “árbol” fue puesto no junto a una masa de agua estancada sino junto a “una fuente inagotable de nutrición y refresco” (William MacDonald)  

Aproximadamente mil años después que se escribiera el Salmo 1, Jesús se presentó a una mujer samaritana junto al pozo de Jacob como el “agua viva” y además le dijo “el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna” (Juan 4:10,14) Asimismo, el último día de la celebración de la Fiesta de los Tabernáculos en Jerusalén exclamó “el que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva”. (Juan 7:38) 

Jeremías, describe un tiempo muy triste en la historia del pueblo de Israel diciendo: “El pecado de Judá está escrito con cincel de hierro, con punta de diamante está grabado en la tabla de su corazón” (17:1) (Nueva Biblia De Los Hispanos) 

¿Cuál era el pecado de Judá? El profeta nos da la respuesta más adelante:¡Dejaron a Jehová, MANANTIAL DE AGUAS VIVAS! (17:13) 

No era la primera vez que Jeremías había confrontado al pueblo en esta área de sus vidas. Anteriormente, ya había denunciado la conducta de ellos: Dos males ha hecho mi pueblo: me dejaron a mí, FUENTE DE AGUA VIVA, y cavaron para sí cisternas, cisternas rotas que no retienen agua (2:13) 

Dios les advirtió que si se mantenían alejados de Él, llegarían a ser “como la retama (un arbusto) en el desierto” y que “morarían en los sequedales (pedregales)…en tierra despoblada (salada) y deshabitada(17:6)  

¡Qué triste es ver a una persona que profesaba ser hijo de Dios, volver a llevar su “árbol” al desierto de este mundo y plantarlo junto a cisternas rotas alejadas de Jesús, el MANANTIAL DE AGUA VIVA

Pero, “BENDITO EL VARÓN QUE CONFÍA EN JEHOVÁ, Y CUYA CONFIANZA ES JEHOVÁ. PORQUE SERÁ COMO EL ÁRBOL PLANTADO JUNTO A LAS AGUAS…” (Jeremías 17:7) 

El profeta entendió el mensaje del Salmo 1. ¿Lo entiende Usted? 

Gracia y Paz

Sergio  A. Perelli Amigo de Jesús 

1 COMENTARIO

  1. que bello mensaje la verdad que Dios no se equivocó, cuando se inspiró en su palabra y esto me llena tanto que me da toda la seguridad de que el esta conmigo donde quiera que me mueva en cualquier parte de mi vida. Dios les guarde

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí