Nuestros Hogares

 

Ninguno vio a su prójimo, ni nadie se levantó de su lugar en tres días;mas todos los hijos de Israel tenían luz en sus habitaciones. Éxodo 10:23.

 

Resplandecéis como luminares en el mundo.Filipenses 2:15.

 

Nuestros Hogares

 

Es de noche. Un viajero busca ayuda para reparar su vehículo. Avanza por la calle central del pueblo pero no hay nadie a la vista. Todo parece frío e inhóspito, todo, excepto una casa iluminada un poco más lejos. Esperanzado, nuestro amigo se dirige hacia la luz y toca el timbre… le informan que a 300 metros de allí hay un garaje que todavía está abierto.

 

Moralmente, el mundo está en tinieblas y se hunde en el desorden. Entonces surge la pregunta: ¿El viajero de la vida inconverso recibe ánimo al ver nuestra luz de creyentesí En primer lugar vivimos la fe en nuestra casa. Allí es donde podemos empezar a mostrar que seguimos al Señor. Individualmente, y si es posible con los nuestros, hemos de poner al Señor en primer plano.

 

Jesucristo enseñó a sus discípulos a pedir: “Venga tu reino”. Sí, se debe establecer la autoridad de Dios, pero ¿dónde debe empezar? No puedo imponer esta autoridad en casa de los demás, no puedo hacer que el reino de Dios venga a mi pueblo, país o a la tierra entera, pero puedo hacerlo venir a mi casa. En efecto, si soy padre de familia, soy responsable de lo que ocurre allí. Normalmente en mi hogar tengo la posibilidad de obrar. Para esto, ante todo debo conformarme con las enseñanzas de las Escrituras con oración y fe. Entonces el Señor llenará mi casa con su presencia. Su amor reinará allí, y los que entren podrán notarlo.

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