Atentos a la Palabra de Dios

 Atentos a la Palabra de Dios

 

Y he aquí que tú eres a ellos como cantor de amores, hermoso de voz y que canta bien; y oirán tus palabras, pero no las podrán por  obra. Ezequiel 33:32.

 

Ezequiel fue llamado al ministerio profético en Babilonia, y a través de él el Señor envió mensaje tras mensaje a los desterrados. No habiendo un templo para el culto del Dios verdadero en Babilonia, el pueblo llegaba a la casa del profeta para oír la Palabra de Dios. Todo parecía estar bien, pues nadie los obligaba a acudir a la casa del profeta, pero su motivación para ir allí no era pura. Iban para oír lo que el profeta iba a decir, pero no para obedecer la Palabra de Dios.

El Señor advirtió al profeta que no se dejara engañar por las palabras de sus oyentes, y que prosiguiese con la predicación de la verdad. Delante del profeta parecían atentos, pero en la privacidad de sus hogares despedazaban al profeta, burlándose de sus palabras cuando él no estaba presente. Se pretendía una cosa en público, mientras que en privado se negaba la eficacia de las palabras del profeta. “Oyen tus palabras, pero no las ponen por obra” era la advertencia del Señor.

Este es un mensaje solemne para el pueblo de Dios en nuestros días. Las implicaciones son muchas:

·         Tratar a los mensajeros del Señor con la deferencia que merecen. Sí, es posible que haya ministros que puedan mejorar su forma de ser, pero ella no quita que los oidores de la Palabra tengan también el deber de seguir la Palabra. El hecho de que tengan algún desacuerdo con el pastor no los exime de obedecer la Palabra de Dios.

·         Cuando se oye la Palabra de Dios, es para seguirla. No es correcto hacer creer una cosa mientras conscientemente queremos proponer otra. Bien ha dicho el Señor: “Este pueblo de labios me honra”. El Señor espera sinceridad de todos sus hijos.

Hoy es un bonito día para hacer las cosas de una manera diferente. Propongamos hacer de la Palabra de Dios lo más importante en nuestra vida, seguir su voluntad en todo, llegar a la casa de Dios no simplemente para escuchar, sino con la determinación de hacer la voluntad de Dios por encima de todas las cosas.

Ptr. Israel Leito 

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