Devocional Cristiano – Experiencias de un detenido

Y ahora, Señor, ¿qué esperaré? Mi esperanza está en ti.
Salmo 39:7.

 

Experiencias de un detenido

 

Durante un asalto, T.J. mató a una persona. Por eso ahora está en la cárcel. Así describe su vida:

«No era capaz de renunciar a nada. Quería tener todo lo que prometía placer y distracción. Además, cada vez me volvía más agresivo y extraño. Al mismo tiempo, mi corazón se volvía más frío y vacío. El fin de mi miserable carrera fue terrible: el asesinato de una persona. Poco después me detuvieron y me llevaron a donde merecía: a la cárcel. Hasta esto lo tomé con calma. Quizá se me veía como un tipo frío y atrevido, pero en el fondo de mi corazón era frágil y tierno. Buscaba amor, pero no lo encontraba. Me hundí en la autocompasión y traté sin éxito de suicidarme.

Entonces creció algo nuevo en mí. Preso de temor e intranquilo, empecé a leer el Nuevo Testamento. El mensaje de Jesucristo me dio esperanza. Así, por fin llegó el día en que me volví a Dios. Ocurrió durante un servicio dominical. Por miedo y orgullo, no mostré nada de mis sentimientos ni de mi encuentro con Jesucristo en presencia de los demás detenidos. Pero en mi celda lloré como un niño cuando se abandona a los brazos de su padre y le confiesa su gran culpa.

Desde entonces tengo una nueva meta en mi vida. Su Palabra me dice que la sangre del Señor Jesús perdona todo pecado (esto también incluye los pecados graves). Procuro seguir a Jesús y confiar plenamente en él. Nunca lamentaré esta decisión».

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