«El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, Y tu ley está en medio de mi corazón. He anunciado justicia en grande congregación; He aquí, no refrené mis labios, Señor, tú lo sabes. No encubrí tu justicia dentro de mi corazón; He publicado tu fidelidad y tu salvación; No oculté tu misericordia y tu verdad en grande asamblea» (Salmos 40:8-10).
Hablando sobre la necesidad de esparcir el Cristianismo y la mejor manera de hacerlo, el Obispo de Stepney contó que había oído una frase que quedó marcada, desde entonces, en su mente: «El Cristianismo no es enseñado, es contagiado de otra persona, como el sarampión».
¿Cuántas veces hemos contagiado nuestros amigos con la gracia del Señor qué llena nuestros corazones de júbilo y dicha? ¿La presencia del Señor en nosotros ha sido sentida por doquiera que andemos o apenas en la iglesia, durante los cultosí ¿O será que ni aun en las reuniones del fin de semana nosotros conseguimos transmitir una vida comprometida con Dios
Cuando Jesus caminaba por las tierras bíblicas, siempre había una multitud siguíendolo. Su presencia contagiaba, Sus palabras motivaban, Sus actitudes transformaban vidas, las marcas de Sus pies significaban caminos de bendiciones.
¿Y nosotrosí ¿Hemos marcado los lugares por dónde pasamos ¿Hemos contagiado las personas con nuestra manera de actuar y con las palabras qué pronunciamosí ¿Hemos sido referencia de una vida Santa y victoriosa
El ambiente en el que estamos es alumbrado con nuestra presencia o ¿continúa envuelto en tiniebla e indiferencia Cuando hablamos a los amigos, ¿ellos se recuerdan de Dios o se alejan aún más de él? Nuestras actitudes ¿glorifican al Salvador o avergüenzan su nombre
¿Nuestra vida espiritual ha contagiado a muchosí ¿Y lo que tiene transmitido, vida eterna o perdición eterna
¿Te gustó este artículo?
Suscríbete a nuestro canal de YouTube para ver videos sobre temas bíblicos.
Visita nuestros cursos bíblicos.
Se miembro de nuestro ministerio y obten todos los recursos.