La Internet y los Cristianos

Algo sobre la Internet


Con el desarrollo de la información, hemos emergido muchos «escribidores» que no cesamos de dar la lata con nuestras cosas. Las cosas de cada uno. Y es bueno que de alguna manera cada cual ponga por escrito sus opiniones, aun a riesgo de no ser leído o interpretado adecuadamente. Me refiero a blog y publicaciones más o menos «cristianas». Por eso, no todo lo que lleva un título es exactamente lo que anuncia.


Una cosa es lo que pensamos, otra la que decimos, y otra lo que escribimos. Escribir algo con estilo ya supone una preparación que no todo el que escribe posee; al no tener capacidad de expresión por falta de léxico o una adecuada semántica (la ortografía es lo de menos), no se pueden expresar muchas formas de ver y sentir las cosas del espíritu, aun estando muy claras en la mente.


Es un lastre que llevamos, los que no escribimos notoriamente bien, pero bastante llevadero. Lo que no es adecuado, es no tener nada en la mente y tratar de escribir sin saber hacerlo. Son dos lastres juntos, que hacen de algunos escritos verdaderos crucigramas, agravados también por la escasa comprensión de las ideas y los términos que emplea el que escribe.


Es una verdadera tentación tener a mano un instrumento que sabemos manejar, pero al que no le podemos implantar nuestro cerebro para que él solo, exprese lo que sentimos y queremos de una manera perfecta. Pechemos pues, con nuestras limitaciones.


Existen multitud de blog y de casillas de comentarios diarios, para que todo el que sepa escribir, aunque sea letrita por letrita, ponga lo que le parezca. Hasta muchos de ellos vuelcan sus bilis y sus frustraciones en el teclado, y los envían sosteniendo ideas que no son nada razonables en el marco en que se propone un tema. Pero todos somos opinantes. Nos gusta. Solo se trata de cómo lo hacemos.


Lo peor es cuando se suscita un asunto de todos conocido; en lugar de debatir o contradecir de forma respetuosa, se hacen las más esperpénticas valoraciones mutuas, tratando cada uno de encajar al otro en algo que él mismo pueda comprender o tratando de llevarle a su terreno polémico. Las controversias, en vez de ser motivo de aclaración, son el medio empleado por muchos para verter por escrito los insultos al opositor, y su desprecio por todo lo que no sea lo que él dice.


Dijo Jesús que no juzgáramos y eso debemos hacer, pero en los blog y en otros medios dedicados a la espiritualidad (que no espiritualismo), se vierten por algunos «llamados cristianos» unas ideas que pueden ser todo lo ciertas o discutibles que se quiera, pero de una forma agresiva y grosera; multitud de veces sin que el que emite esa áspera opinión, haya entendido nada de lo que el que escribe dice, y en algunos casos solo lo que el polemista cree que dice.


Estos estilos no son de recibo, ni pueden ser cristianos. Para mí, que no lo son. No me impresionan los que son vivos y rudos, pero los ineducados y agresivos no caben en estos blog o publicaciones. Ya hay bastantes sitios donde estos estilos se pueden usar para cualquier nimiedad. Están puestos para eso. Sí, que al final se le dice al que antes se llama estúpido, ignorante, malintencionado, etc. que es con todo respeto.


Da risa que después de una sarta de denuestos y descalificaciones hechas, como se suele decir «a cara de perro», se diga una hermosa frase de despedida (cuando se hace) «con todo respeto», porque ya eso es una forma de justificar lo antes dicho. Hay algunas controversias «cristianas», que más parecen una pelea de gallos que una discrepancia o aclaración.


Y más lastimoso aun, es que las publicaciones, a pesar de las advertencias iniciales, no corten rápidamente y de forma cristiana, estos conatos de riña cuando empiezan. Y sobre todo carecen del más mínimo respeto por sí mismas, cuando toman partido por uno de los contendientes, si conviene a sus intereses.


La claridad es imprescindible en toda publicación cristiana, que debe velar sobre todo por la verdad, y no sobre las conveniencias. Cuando la polémica se extravía, se debe reprobar a los dos «contendientes» y no solo a uno; por mucha razón que lleve el que está más de acuerdo con el ideario de la publicación, si emplea términos y estilo grosero e inapropiado. Se trata de cortesía y espíritu cristiano, no de discernir quien puede o no llevar razón. La ortodoxia de la publicación, ya aparece en los editoriales y en los artículos de opinión, etc.


La viveza de los debates no debe degenerar en descalificaciones del oponente, ni la publicación debe consentirlo y publicarlo en ella, sin hacer que los contendientes se ajusten a unas formas, propias de los contenidos del blog, revista, etc.


Un toquecillo bíblico.


Pero si os mordéis y os coméis unos a otros, mirad que también no os consumáis unos a otros.(Gálatas 5:15).


Rafael Marañón

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí