Balanzas falsas y pesas engañosas

 

¿Daré por inocente al que tiene balanza falsa y bolsa de pesas engañosasí Miqueas 6:11

 
Este pasaje parece referirse a una práctica inherentemente comercial: comprar y vender con ventaja. «Pesa grande y pesa chica», la grande para comprar y la pequeña para vender. Amos 8: 5 dice que ese tipo de trampas no era raro entre los judíos.

                Pero la Biblia dice que las pesas falsas son «abominación a Jehová, mientras que las pesas justas», le agradan (Prov. 20:23). «Dios desea que prevalezcan en su pueblo los principios de justicia y equidad. Los que sirven a Dios no engañarán a sus semejantes» (Comentario bíblico adventista, 1.1, p. 1,055).

                En general, se piensa que la regla de oro solo se practica en la iglesia y en la religión, no en los negocios. Es un bello ideal, pero comerciante que la aplica, comerciante que fracasa. Bueno, esa es la opinión general, pero no la opinión de Dios.


En el año 1902, un joven abrió una tiendecita en una ciudad minera del Estado norteamericano de Wyoming. Allí colgó un letrero que daba nombre a su negocio y al mismo tiempo anunciaba los principios que allí regirían.

                Cuando los comerciantes locales vieron el letrero, comenzaron a burlarse de los ideales teóricos del joven. Le predijeron una rápida quiebra. El letrero decía: «La regla de oro».

                Hoy, la gran empresa que aquel joven fundó tiene una cadena de 1,800 tiendas en los Estados Unidos. Su nombre es J. C. Penny.

                Los principios divinos dan resultado en un mundo ilegal e injusto. Dios estableció que los justos deben tener pesas justas, para que ejercieran su negocio en un mundo injusto. En esta era de prevaleciente falta de honradez, ¡cómo se destaca el cristiano fiel, justo, exacto, intachable, en todo lo que hace! El carpintero, el fontanero, el electricista que sigue la regla de oro tiene más clientes. Doquiera se presente un cristiano y demuestre su carácter justo, será bienvenido. Quizá no prospere materialmente a causa de su fidelidad a la regla de oro, pero será premiado por Dios no solo en este mundo, sino en el venidero. La regla de oro y el segundo gran mandamiento de la ley van juntos. Ordenan: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo».

                ¿Cómo te calificas a ti mismo al compararte con la regla de oro en todos los asuntos de la vida? Si tienes un negocio, procura administrarlo bajo los principios divinos y demuestra tu fidelidad a Dios. Una vez más, como en todos los tiempos, Dios manifestará que «no dará por inocente al que tiene balanza falsa y bolsa de pesas engañosas», pero que bendecirá al justo, y toda su postrimería será bendita.

Juan O. Perla 
Meditaciones Matinales para Adultos, 2009

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