NUESTRA PARTE

    “¿Qué podemos hacer?”

    El aroma del café servía como conector silencioso durante la conversación de aquella tarde. Pensamientos puestos en palabras. Ideas versus realidades. Amigos considerando miserias, discutiendo alternativas y esbozando posibilidades.

    -“¡Tenemos que hacer nuestra parte!”

    Su simpleza no le permite catalogarse como una “revelación” ni tampoco darse el lujo de gritar: -“¡Eureka!” Sin embargo, la exclamación que antecede a este párrafo sintetiza la expresión de aquel grupo luego de hallarse empantanado durante largos minutos frente a la agobiante realidad social de su país. De ahí, entonces, que hayan arribado a estas conclusiones:

    -“Hacer nuestra parte es aprender a ser ciudadanos: conocer y ejercer nuestros derechos pero también nuestras obligaciones”.

    -“Hacer nuestra parte es votar responsablemente: evaluar las propuestas de los candidatos y participar en el proceso eleccionario”.

    -“Hacer nuestra parte es supervisar la gestión de los representantes del pueblo y los funcionarios públicos, exigiéndoles que siempre depongan los intereses individuales y sectoriales ante el bien colectivo”.

    -“Hacer nuestra parte es desterrar la cultura de la discriminación y reclamar leyes que sostengan la igualdad y su cumplimiento, como así también combatir pacíficamente toda situación de marginación social”.

    -“Hacer nuestra parte es participar con tiempo, esfuerzo y dinero en organizaciones e instituciones que conduzcan proyectos de acción social, sean éstos de resolución puntual o de desarrollo sostenido en el tiempo”.

    -“Hacer nuestra parte es dar, escuchar, compartir… aunque a veces sólo sea una moneda, una sonrisa, un abrazo, un pedazo de pan”.

    Siempre me llama la atención aquel episodio de los evangelios: “Andrés le dijo a Jesús: -‘Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos pescados. Pero eso no alcanzará para repartirlo entre todos’. Jesús les dijo a sus discípulos que sentaran a la gente. Había allí unos cinco mil hombres, y todos se sentaron sobre la hierba. Jesús, entonces, tomó los panes en sus manos y oró dando gracias a Dios. D espués, los repartió entre toda la gente, e hizo lo mismo con los pescados. Todos comieron cuanto quisieron”.*

    Aquella tarde de café y aroma terroso concluyó con la remembranza de una famosa frase: -“A veces sentimos que lo que hacemos es tan sólo una gota en el mar… ¡pero el mar sería menos si le faltara una gota!” (Madre Teresa de Calcuta).

    Que la parálisis que a veces provoca el no poder hacer todo no impida que hagamos lo que podemos (y debemos) hacer hoy: ¡nuestra parte!

    ¡Buen Fin de Semana!

    CRISTIAN FRANCO

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