Suspira por Dios, no por Egipto

     

    caleb_dame_este_monteDame, pues, ahora este monte, del cual habló Jehová aquel día; porque tú mismo oíste en aquel día que los anaceos están allí, y que hay ciudades grandes y fortificadas.  Quizá Jehová estará conmigo, y los echaré, como Jehová ha dicho.Josué 14:12

    El versículo de hoy nos dice mucho más acerca del carácter de Caleb.  Mientras el sacerdote Eleazar y Josué distribuían a los hijos de Israel la porción de tierra que les tocaría como herencia, Caleb se dirigió a Josué, y le dijo: «Dame, pues, ahora este monte».  Y el relato bíblico agrega: «Por tanto, Hebrón vino a ser heredad de Caleb».  Su petición demuestra que tenía un espíritu joven aunque su edad cronológica fuese de 85 años.  Era un hombre que no temía los desafíos.  Los gigantes anaceos estaban allí.  Pero Caleb se sobreponía a los obstáculos, por enormes que fueran.  Las grandes ciudades amuralladas no lo atemorizaban.  Tenía una mente positiva.  Aunque sus enemigos eran gigantes, y eran muchos, él afirmó con convicción: «Los echaré».

    Por encima de estos notables rasgos de carácter estaba el tesoro más precioso que Caleb guardaba en su corazón: Anhelaba, y buscaba, profundamente, el compañerismo con Dios.

    Este fue el secreto de su fidelidad a Dios, fidelidad que mantuvo hasta el día de su muerte.  Caleb pidió a Josué que le diera Hebrón como su herencia.  Hebrón significa «lugar de alianza», y evoca los conceptos de compañerismo, amor y comunión.  Hebrón era el lugar donde Abraham se había encontrado con Dios cara a cara, y donde había recibido la promesa de una tierra nueva por primera vez.

    Caleb suspiraba por el compañerismo con Dios, mientras que los otros israelitas suspiraban por Egipto.  Caleb se proponía conquistar Hebrón cuando los demás miraban hacia atrás.  Caleb miraba hacia el futuro mientras los demás miraban hacia el pasado.  Caleb deseaba complacer a Dios mientras los demás solo procuraban complacerse a sí mismos.

    Si deseas ser espiritualmente sano, si piensas tener larga vida espiritual, muévete hacia delante, procura crecer espiritualmente, nunca mires hacia atrás.  Así avanzarás constantemente.  Sigue al Señor, aunque tus amigos ya no te acompañen en el camino.  No vivas tu vida cristiana esperando el aplauso de los demás.  Recibirás muchas presiones para que abandones la carrera.  Las circunstancias te desafiarán.  Pero puedes correr fortalecido en el Señor.  Él te observa constantemente.  Continúa procurando el compañerismo y la comunión con el Señor.

    Juan O.  Perla Meditaciones Matinales para Adultos, 2009

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