¡Enhorabuena por tu ascenso a siervo!

     

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    Yendo por el camino, al acercarse a Damasco, de repente lo cercó un resplandor de luz del cielo. […] El Señor le dijo: «Ve, porque este hombre es un instrumento elegido por mí, para llevar mi nombre a los gentiles, a los reyes y al pueblo de Israel».Hechos 9:3,15

     

    En el mundo los títulos que una persona obtiene son de suma importancia para conseguir que la promuevan a una posición más elevada. Quizá has oído que a los médicos Alvin Toffler los llama «Dios en bata blanca». La frase, aunque un tanto blasfema, dice mucho de lo que los médicos piensan de sí mismos y de cómo los considera la mayoría de las personas.

     

    Los seres humanos tenemos una profunda necesidad de ser estimados y reconocidos. Por eso hay personas que prefieren ganar menos dinero con tal de estar en un puesto que ante los ojos de los demás parece más importante. San Pablo fue llamado por Dios de una manera verdaderamente llamativa. Mientras iba rumbo a Damasco, fue rodeado por un resplandor que lo dejó ciego. Una voz del cielo exclamó: «Saulo, Saulo, ¿por qué me persiguesí» Tiempo después, el mismo Jesús afirmó que Pablo había sido escogido para predicar el evangelio a los gentiles.

     

    Pero cuando Pablo conoció a Jesús, y supo verdaderamente que es «Dios en esencia» (Fil. 2: 6) y que «se despojó a sí mismo, tornó la condición de siervo, y se hizo semejante a los hombres» (Fil. 2: 7), descubrió el título más alto y sublime que un ciudadano de los cielos puede obtener: Siervo de Dios. La necesidad más grande de la humanidad es el servicio abnegado. Y es el más grande privilegio de! cristiano, porque «el servicio por amor es la ley de la vida para el universo». El mundo se ha hundido en el beneficio personal y ei egoísmo. Por eso, «el servicio propio es la ley de la muerte». Es naturalmente imposible para el ser humano mantenerse en el camino de! servicio y de! hacer el bien a los demás. La influencia del mundo demanda que escalemos cada vez más y más alto la escalera del éxito. Pero Dios nos ha ordenado servir, como lo hizo su Hijo, aun a sus enemigos. Habrá muchos puestos para alcanzar en el reino de los cielos, pero mientras estemos en la tierra solo hay un título y un puesto que hará vibrar de alegría el corazón de Dios. Bienaventurado aquel a quien Dios promueva para ese puesto, el puesto de siervo.

     

    Esfuérzate por alcanzar el título y el puesto más elevado en este mundo: Siervo de Dios y de la humanidad.

     

    Juan O. Perla 

    Meditaciones Matinales para Adultos, 2009

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