Murmuradores Profesionales

    «Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús» (1 Tessalonicenses 5:18).

     

    Cierto padre era un murmurador crónico.  Estaba sentado con su familia, en la presencia de un invitado, en su sala de visitas, cuando surgió el asunto de comida.  Un de los niños, una pequeña niña, con habilidad, decía al invitado lo que cada miembro de la familia más gustaba comer.  Finalmente ella llegó delante del padre.  «Y ¿que más me gusta, Julinha?» preguntó el padre, con larga sonrisa.  «Usted», dijo la niña lentamente, «bien, le gusta cualquiera cosa que no tenemos.»

    Muchas veces somos como aquel padre gruñón.  Estamos siempre reclamando de todo y de todos.  Podemos tener decenas de camisas en la percha pero queremos exactamente aquélla que aún no ha sido lavada.  Podemos tener la heladera llena de cosas gustosas, pero creamos problemas porque la esposa o la cocinera no hizo cierta legumbre o carne.  Podemos tener un carro muy bueno pero nos lamentamos por no poder comprar aquel modelo que nuestro vecino ya compró.  Podemos tener una vida más que bendita, pero lamentamos un pequeño fracaso en alguno proyecto o inversión.  Somos insatisfechos profesionales.

    Como sería bueno si aprendiésemos a ponernos satisfechos con todo aquello que Dios nos da.  Nuestra vida sería más alegre, nuestros días serían más agradables, nuestro humor sería contagiante, nuestros vecinos percibirían qué la luz siempre estaría brillando en nuestra casa.

    El hijo de Dios sabe dar gracias por todo.  alaba a Dios por Su infinita misericordia y por el cuidado que tiene para con aquéllos que se colocan en Su presencia.  Él solo no se conforma con el mal, con el pecado, con aquello que lo aleja de la presencia del Señor.

    ¿Es usted de los que nunca están satisfechos o de los que levantan las manos al Cielo y dicen «Gracias, Señor?»

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