Un aliento en el camino – el Devocional Diario

reflexioines-diarias-rios

Del arroyo beberá en el camino, por lo cual levantará la cabeza.Salmo 110:7.

Un aliento en el camino – el Devocional Diario

Desde el principio de su ministerio oficial, el Señor sabía que debía morir fuera de Jerusalén.  Al final de éste, cuando llegó cerca de Jericó, dijo a sus discípulos: “He aquí subimos a Jerusalén, y se cumplirán todas las cosas escritas por los profetas acerca del Hijo del Hombre” (Lucas 18:31). Éste fue el último tramo de su camino terrenal.

En ese recorrido hubo tres personas salvas: el mendigo ciego, Zaqueo –jefe de los publicanos– y uno de los malhechores crucificado.  Seguramente que la fe de esos hombres fue para el Señor Jesús un refresco espiritual que su Padre le otorgó.  ¡Qué gozo especial para él cuando pensamos que tuvo que quejarse al mirar a la masa de su pueblo!: “Por demás he trabajado, en vano y sin provecho he consumido mis fuerzas” (Isaías 49:4).

El mendigo ciego pidió misericordia al Hijo de David, y aunque los que le rodeaban querían hacerle callar, el implorante no fue decepcionado (Lucas 18:35-43).

Zaqueo procuraba ver quién era Jesús.  Pudo oír las palabras alentadoras que se le dirigían: “Zaqueo, date prisa, desciende, porque hoy es necesario que pose yo en tu casa” (19:1-10).

Y el malhechor le pidió al Salvador crucificado: “Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino”.  El Señor no lo dejó esperar hasta el establecimiento del reino, y le prometió: “Hoy estarás conmigo en el paraíso” (23:42-43).

Estas tres personas formaban parte del “fruto de la aflicción de su alma” y fueron un aliento en la penosa senda hacia la muerte en la cruz.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí