DEVOCIONALES – LA DETERMINACION

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«Pues Dios nos salvó y nos llamó a una vida santa, no por nuestras propias obras, sino por su propia determinación y gracia. Nos concedió este favor en Cristo Jesús antes del comienzo del tiempo.» 2 Timoteo 1:9

El 17 de Agosto se celebra en Argentina un aniversario más de la muerte del General Don José de San Martín, uno de los artífices de la independencia de nuestra nación y un héroe de la revolución. Es cierto que hubo muchos y grandes patriotas en aquellos días que hicieron sacrificios enormes para alcanzar el objetivo tan deseado de la independencia. Pero San Martín se destacó sobre el resto, porque fue un general que casi no tuvo derrotas y ayudó a libertar a otros dos países.

Un hombre que con determinación y valor logró superar las difíciles contras. Enemigos extranjeros, enemigos en su propio país y los miedos y dudas internas que cada persona tiene, todo potenciado por la jerarquía de tener de decidir sobre su vida y la vida de los demás con elecciones transcendentes. Un hombre que marcó la diferencia, porque estaba determinado a lograr el objetivo que se había propuesto.

Un caso similar, pero superlativo es el de Jesucristo, quien propuso en su corazón salvarnos por la gracia de la cruz. Determinación. Viendo el objetivo superior, logró superar los obstáculos (grandes y pequeños) que tuvo que enfrentar para lograrlo. Contras había muchas, inconvenientes y enemigos por doquier. Pero Jesucristo, con el poder de su Persona, consiguió el objetivo planteado. No le importó el costo que tuvo que pagar, ni las lágrimas derramadas, ni el dolo que tuvo que soportar. Él quería salvarnos y lo logró.

Es el mismo Dios que hoy nos llama a vivir una vida santa. El Dios de las misiones imposibles y de los objetivos alcanzados es quien nos pide hoy que en esta sociedad tan corrompida, vivamos una vida santa. Dicho así suena a utopía. Parece imposible no mentir en una sociedad que miente, o ser fiel cuando lo común es ser infiel, o evitar los vicios cuando te regalan lo necesario para enviciarte, o no pecar cuando todos enemigos externos y tu propia naturaleza te incitan a hacerlo.

Pero es mentira. Se puede. Si Dios lo pide es porque se puede. Para lograr este objetivo de santidad, lo primero que necesitas es tener la determinación de hacerlo. Dios te ayuda para el resto.

REFLEXIÓN — Determinación y valor.

Un gran abrazo y bendiciones

Dany

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