DEVOCIONAL – EL CONCEPTO

DEVOCIONALES CRISTIANOS – CONCEPTO

«No lo traten mal. Al contrario, trátenlo como si fuera uno de ustedes. Ámenlo como a ustedes mismos, porque también ustedes fueron extranjeros en Egipto. Yo soy el Señor y Dios de Israel.» Levítico 19:34 (NVI)

Uno de los principales mandamientos que Jesucristo en su paso por la tierra, se sustentaba en este mandamiento de Dios al pueblo de Israel. Amar al prójimo como a uno mismo. El argumento de Dios para la antigüedad fue que como el pueblo de Israel había sido esclavo y extranjero en Egipto y sabía lo mucho que se sufría en esos casos, ellos debían mostrar una actitud distinta para con sus vecinos.

La cristiandad toma este concepto y lo constituye como una de sus premisas básicas. Y es popularmente aceptada junto con la proposición de negarse a uno mismo, humillarse y someterse. Durante años, ambos conceptos fueron de la mano. Se consideraba inconcebible que alguien pudiera amar a otro si se amaba demasiado a si mismo. Y en consecuencia, se predicó la desvalorización propia y el amor al prójimo.

Lo notable es la claridad del mandamiento divino que tiene una doble implicación. Por un lado la exigencia de amar al prójimo. Por el otro, de hacerlo como se ama a si mismo. ¿Amarse a si mismo? ¿No sería una contradicción con ese mandamiento de negarse a si mismo? Pensarlo de esa manera resulta impropio de Dios. Su mandamiento alienta las buenas relaciones y es imposible mantener una relación cordial con quienes te rodean si no te aceptás, si no te querés, si no te sentís valorado.

Una persona con baja autoestima, que se siente desvalorizada, fracasada o sin posibilidades tiende a tener conflictos en sus relaciones. Por lo general, intenta justificarlos culpando de ellos a su entorno, pero en verdadero problema no está afuera. Está adentro. Esa persona, que no puede amarse, no tiene la capacidad de amar a otros. Es la regla de Dios. Amar para poder amar.

El otro extremo es aquel que se ama tanto, que no tiene ni la voluntad ni el deseo de amar a otro. Es el que se maneja con egoísmo, solo piensa en si mismo y desprecia al resto. Ningún extremo es saludable. Por eso Dios nos propone hoy aplicar la regla de levítico:

Amá a tu prójimo como te amás a vos mismo. Pero por favor: amate mucho.

REFLEXIÓN — Aplicá el concepto doble.

Un gran abrazo y bendiciones

Dany

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí