La Verdadera Paz con Dios

La Verdadera Paz con Dios

Jesús murió en la cruz para comprar mi paz con Dios – y hoy él está en el cielo para mantener esta paz en mí. La paz que tenemos con Dios a través de Jesucristo distingue nuestra fe de todas las demás religiones.

Fuera del Cristianismo, todas las religiones dejan sin resolver el asunto del pecado. De esta manera el dominio del pecado no es eliminado, y por consiguiente no puede haber paz. “¡No hay paz para los malos!, ha dicho Jehová” (Isaías 48:22).Sin embargo, tenemos un Dios que provee paz al perdonar nuestros pecados. Esta es la razón misma por la cual Jesús vino a la tierra: para traer paz a una humanidad temerosa y en conflicto.

¿Cómo mantiene Jesús la paz de Dios en mí? Él lo hace de tres maneras:

• Primero, la sangre de Cristo removió la culpa de mi pecado. En este sentido, Pablo dice, “Él es nuestra paz” (Efesios 2:14). Jesús hizo paz en mí a través de su sangre.
• Segundo, Cristo mantiene mi paz y gozo al creer en: “Y el Dios de la esperanza os llene de todo gozo y paz en la fe, para que abundéis en esperanza por el poder del Espíritu Santo” (Romanos 15:13).
• Tercero, Jesús hace que me regocije al tener la esperanza de que entraré en su gloria “Y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios” (Romanos 5:2).

Para ponerlo de una manera simple, paz es la ausencia del miedo. Y una vida sin miedo es una vida llena de paz.

Cuando Jesús ascendió al cielo, él no solo disfrutó de la gloria que se le había otorgado. No, él fue al Padre para mantener la paz que ganó con tanto dolor para nosotros en el Calvario.

Ahora mismo nuestro Salvador está vivo en la gloria. El es completamente Dios y completamente humano, con manos, pies, ojos, cabello. Nuestro Salvador también tiene las cicatrices en sus manos y en sus pies, y la herida en su costado. Él nunca desechó su humanidad; él continúa siendo un hombre en la gloria. Y en este momento, nuestro hombre en la eternidad trabaja para asegurarse que la paz que nos otorgó al partir, nunca nos sea robada. Él ministra como sumo sacerdote al estar activamente involucrado en mantener a su cuerpo en la tierra lleno de su paz. Y cuando él venga nuevamente, quiere que nosotros seamos “hallados por él…en paz” (2 Pedro 3:14).

Cuando yo peco, mi paz se interrumpe en dos áreas. Primero, mi conciencia entra en conflicto y con buen motivo provoca culpa. Segundo, las acusaciones de Satanás ponen miedo en mí. Creo que éstas son las dos primeras áreas donde las intercesiones de Cristo se aplican en nosotros.

Primero, mi sumo sacerdote no permitirá que mi conciencia me tenga cautivo. Ni permitirá que las acusaciones de Satanás en contra mía no sean desafiadas. Cristo es mi abogado para con el Padre en contra de toda acusación del infierno. ¿Qué es un abogado? Es simplemente “mi amigo en la corte” Para los cristianos, este amigo en la corte es también el hijo del juez. Además, nuestro abogado es nuestro hermano. De hecho, vamos a heredar la fortuna del juez junto con él.

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