Reflexiones Diarias – El Reloj Sumergible

Reflexiones Cristianas – El Reloj Sumergible

«El que siembra y el que riega están al mismo nivel, aunque cada uno será recompensado según su propio trabajo.» (NVI) 1 Corintios 3:8 

Durante un riquísimo asado nos contaba Juan Grabchuk a historia de un reloj que le regalaron. Era un precioso reloj que rezaba en su tapa «sumergible hasta 30 metros». Estaba muy contento con su regalo y se lo puso apenas lo abrió. Seguro de su nuevo reloj, metió las manos en una palangana con agua. Cuando terminó lo que estaba haciendo, vio que su flamante reloj estaba lleno de agua.

Fue a la relojería a pedir por la garantía, diciendo que el reloj decía que era sumergible hasta 30 metros. Lo metí en el agua apenas 30 centímetros, le dijo Juan al relojero del pueblo. Es posible, le respondió este con cara de indiferente. Pero no creas todo lo que lees. La frase está puesta pero no es cierto. Ese modelo no es sumergible. El reloj decía una cosa, pero hacía otra.

Es notable como una situación determina la utilidad de un producto, servicio o bien. Para Juan fue la palangana de agua, pero para Dios será un tribunal de recompensa. Acá abajo somos todos parecidos al reloj de Juan. Bonitos por fuera, resistentes y durables. Habrá algunos con más atributos y lujos y otros más simples. Pero juzgamos por lo que vemos.

Dios tiene otra óptica. Para Él quien siembra y quien riega están al mismo nivel. No hay diferencias para Dios en el servicio de Su Obra. Somos los seres humanos los que catalogamos los ministerios y servicios como más o menos importantes o mejores. Pensamos que es más importante el que predica que el que consuela; el que canta que el que sirve. Pero el agua de la palangana de Dios mide con la misma vara.

No le importa cuan bonito se vea el reloj de tu servicio, ni cuantos destellos dorados le hayas puesto, ni cuantos aplausos hayas acumulado. Dios va a recompensar con justicia a cada uno según su propio trabajo. No con la vara con que nosotros medimos, sino con su perfecta y eterna justicia.

Esforzate de acá en adelante para servir a Dios y no a las personas. No importa cual sea tu servicio, Dios lo valora, lo aprecia y lo recompensa. Que tu servicio sea realmente sumergible y recompensable.

REFLEXIÓN – Que tu servicio no haga agua.

Un gran abrazo y bendiciones

Dany

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