Jóvenes Cristianos – Ministerio juvenil? ¿efectivo?

Ministerio juvenil? ¿efectivo?

Trabajar con jóvenes es una de las más desafiantes e invalorables tareas de toda iglesia. Cada persona llamada al trabajo juvenil establece una diferencia en la vida de los jóvenes a quienes ministra. Justamente por ser personas que ejercen influencia en la vida de los jóvenes, queremos plantear que un ministerio juvenil efectivo está fundamentado en los principios de lo que llamamos «ministerio juvenil de relación».

La filosofía de un trabajo juvenil es importante. Sin embargo, existen aspectos prácticos que nos ayudan a entender mejor el ministerio con los jóvenes. Estos aspectos prácticos, junto con el desarrollo de una apropiada filosofía de trabajo, deben llevarnos al desarrollo de métodos y estrategias que colaboren con un ministerio integral en la vida del joven. Cualquier método o estrategia que usemos deberá estar cimentado en una clara filosofía de trabajo juvenil. Si esto no es claro al pastor y al equipo de trabajo, el ministerio no será duradero ni eficaz.

Es difícil determinar una edad límite a lo que llamamos juventud. Usamos el término en el sentido más amplio. La determinación de nuestro grupo juvenil dependerá de varios factores como por ejemplo nuestro propio contexto social, cultural, etc. Lo cierto es que la juventud, especialmente en Latinoamérica, está tomando decisiones, a veces sin pensarlas, que afectarán el resto de sus vidas. Frente a esta realidad surge la pregunta: ¿qué estamos haciendo nosotros como iglesia y como líderes juveniles cristianos para ayudar a nuestra juventud en la toma de decisionesí Jim Burns en su excelente libro The Youth Builder («El edificador de jóvenes») nos habla de una reciente encuesta realizada a un grupo de jóvenes. Frente a la pregunta: «¿A quién irías en un tiempo de dificultades o para una ayuda al tomar decisionesí», la primera respuesta fue: «a mis padres», pero la segunda: «al consejero juvenil». De alguna forma esto demuestra que los jóvenes confían en lo que la iglesia les pueda brindar desde la tribuna del consejero juvenil, quien a la larga siempre es un modelo y un ejemplo ?bueno o malo? a quien seguir.

TIEMPO Y DEDICACIÓN

En todo el tiempo en que el Señor me ha permitido ministrar a los jóvenes, he descubierto que ellos necesitan del amor y el calor que les podemos brindar juntamente con el consejo bien cimentado en la Palabra de Dios. Ellos esperan que les demos tiempo y dedicación. Un buen ministerio juvenil de relación no puede hacerse en una semana. Requiere tiempo y dedicación. Debe estar presente en el momento en que el joven necesita de un apoyo franco y sincero.

Una noche estábamos en el culto dominical de la iglesia y el predicador invitado había dado un sermón donde la voz de Dios había sido clara. Numerosos hermanos se pararon manifestando su necesidad de arreglar sus cuentas con Dios. Entre ellos había muchos jóvenes, incluyendo a Reynaldo. Luego que se sentó, observé que estaba muy «golpeado» por la Palabra del Señor. Cuando el culto terminó decidí acercarme sólo para poner mi brazo alrededor de sus hombros, y sin decirle nada, dejé que llorara por un buen rato. Yo conocía sus problemas y sabía que Dios le había hablado. Sólo atiné a decirle: «La Palabra de Dios suele doler, pero al final nos hace bien». Lloraba como un niño, y luego me dijo que mi presencia en ese momento había significado un valioso apoyo y una tremenda liberación. Reynaldo se fue a casa en paz y sabiendo que alguien se preocupaba por él.

Los excelentes programas que llevamos a cabo son importantes, pero el impacto es resultado de las vidas de líderes y pastores juveniles consagrados que están dispuestos a dar de su tiempo y dedicación a los jóvenes.

DESCENTRALIZACIÓN

Un gran error en las iglesias es pensar que un buen trabajo juvenil consta de reuniones los sábados por la noche y de un par de campamentos anuales. Nada está más lejos de la verdad. La iglesia que quiere hacer un trabajo realmente efectivo entre los jóvenes, tendrá que considerar otras posibilidades. Ningún joven es igual a otro, por lo tanto, la variedad de posibilidades debe estar en función de las situaciones particulares del joven. Debemos concientizarnos de que el ministerio juvenil en la iglesia no debería limitarse a las reuniones semanales. Hay una gama de posibilidades que deben ofrecerse al joven que asiste a la iglesia. Se ha comprobado que los jóvenes que permanecen en las iglesias son aquellos que han encontrado un significativo número de amigos (mientras más gente conozca en la iglesia, menos serán las probabilidades de que se aleje de ella), y aquellos que han encontrado un lugar donde servir.

Habrá muchos jóvenes que no tienen mayor interés en asistir a una reunión juvenil pero quizá se sienten cómodos en una reunión celular en casas o haciendo un trabajo evangelístico los domingos por la tarde. Descentralizar el trabajo juvenil no es fácil. Sin embargo, es la mejor forma de hacer un ministerio efectivo. Por ejemplo, algunas áreas de involucramiento juvenil podrían ser: participación en grupos celulares homogéneos, evangelismo al aire libre, campañas evangelísticas juveniles, volanteo, actividades de proyección a la comunidad en trabajo social o presencia cristiana. Recuerdo cuando hace algunos años, en ocasión de la conmemoración de uno de los atentados terroristas más graves que sufriera la ciudad de Lima, los jóvenes de la iglesia programamos participar de lo que la municipalidad del distrito llamó «La marcha por la paz». Fue una experiencia de presencia juvenil cristiana en un evento de la sociedad que causó un tremendo impacto en todos los que participamos. Podríamos mencionar también la importancia de apoyar el trabajo misionero en coordinación con las iglesias del país, recreación y deportes en conjunto con otros grupos juveniles, desarrollo de ministerios específicos como consejeros, ujieres, discipuladores, etc. Involucrar al joven en el ministerio de la adoración, en actividades teatrales o en tareas relacionadas con la comunicación a través de los medios masivos, son posibilidades muy reales. Una de las últimas experiencias que hemos tenido y con muy buenos resultados, es involucrar a la juventud en lo que llamamos «encuentros juveniles», que sin duda merecerían un comentario aparte por la tremenda influencia en la vida del joven. Estos encuentros le permiten romper los muros que le impiden llevar adelante sus relaciones con sus padres, hermanos, amigos y con Dios.

Obviamente, resulta imposible realizar todo a la vez. Sin embargo, es bueno iniciar un trabajo juvenil dejando al joven la oportunidad de elegir dónde ubicarse mejor. En tal sentido, es importante tener en claro el funcionamiento y la puesta en marcha de la filosofía del trabajo que estamos proponiendo. Las reuniones semanales deben servir como ocasión de desafío y para compartir las experiencias vividas durante la semana en las otras áreas de involucramiento. Pueden servir como un centro de reflexión y aprendizaje donde el joven se enriquece para enfrentar las luchas que le toque vivir durante la semana. El joven necesita tiempo para demostrar y demostrarse a sí mismo que es posible ser un joven cristiano.

Para llevar adelante cualquier filosofía de trabajo debemos creer que funciona y estar dispuestos a apoyarla. También será necesario nuestro compromiso y participación directa en aquello que Dios quiere de nosotros como líderes juveniles. El primer paso será desarrollar estrategias para cada una de las alternativas que elijamos y con las que debemos iniciar. Recién entonces podemos anunciar a la juventud los pasos concretos.

Finalmente, recordemos que aunque los programas y estrategias pueden ser muy buenos, el impacto real en la vida de los jóvenes provendrá de buenos modelos, de gente que se relaciona con ellos y que impacta sus vidas. Si eres un pastor de jóvenes y estás casado y tienes hijos, recuerda que tu familia será el primer ejemplo que ellos tendrán. Desde esa posición podrás comenzar a impactar sus vidas. Los jóvenes demandan mucho tiempo y dedicación pero nunca tanto como para justificar un abandono y falta de atención a la familia. Sencillamente de allí parte el impacto hacia la vida de ellos. El requisito fundamental para trabajar con los jóvenes es amarlos y demostrarles ese amor. Si no amas a los jóvenes, no trabajes con ellos. Dedícate a otra cosa.

Francisco Cerrón es pastor de jóvenes en la iglesia Alianza Cristiana y Misionera del distrito de Miraflores en Lima, Perú. Cursó sus estudios en el Instituto Bíblico Alianza de su ciudad, en el Canadian Theological Seminary. Juntamente con su esposa Celeste y sus hijos Erika y César, llevan adelante el ministerio juvenil en su iglesia. Cerrón tiene 15 años de experiencia en el trabajo juvenil y actualmente desarrolla el ministerio de los «Encuentros Juveniles» con mucho auge.

Por: Francisco Cerrón 

Apuntes Pastorales. Volumen XIV, número 4 / julio ? septiembre 1997. Todos los derechos reservados

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