Deleiténdose En la Voluntad De Dios

Para reflexionar : Deleitándose En la Voluntad De Dios

«El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, Y tu ley está en medio de mi corazón» (Salmos 40:8).

se cuenta que en la Primera Guerra Mundial un joven soldado francés fue seriamente herido. Su brazo había sido roto en varias partes y tuvo que ser amputado. Era tenido como un hombre de grande coraje y el cirujano lamentó hondamente el hecho de, aunque era muy joven, tener la vida mutilada. Aguardó al lado de la cama del soldado para darle las malas noticias cuando recobrase la conciencia. Cuando el muchacho abrió los ojos, el cirujano le habló: «Yo siento mucho decirle,pero usted perdió su brazo.» «Señor,» dijo el muchacho, «yo no lo perdí, yo lo di — por Francia.»

Muchas veces, cuando recibimos el llamado del Señor, sea para cualquier trabajo, colocamos obstáculos, arreglamos disculpas y justificativas, y permanecemos apartados de aquello que sería la voluntad de Dios para nosotros y una forma de, por el regocijo de servirlo, ser mucho más felices.

La obra de Dios no contempla trabajos hechos por imposición o deber. Está disponible para todos aquéllos que aman a Jesucristo y tienen inmenso placer en estar alistados en Sus filas. Es con el corazón abierto y un deseo ardiente de glorificar al Señor que nos colocamos delante de Su altar aguardando su gloriosa voluntad que, sabemos, nos hará deslizar por el camino de la felicidad.

Jesus no se vio, desamparado, enredado en una red de circunstancias de dónde no conseguía salir.Parte de cualquier poder divino, Podría haber rechazado la misión y salvado Su vida. Él no la perdió, Él la dio. La cruz no le fue impuesta, Él de buena voluntad la aceptó — por nosotros.

Jesus Se ofreció, en el Calvario, por amor a usted. Y Ud. lo pretende hacer por Él?

Paulo Barbosa

1 COMENTARIO

  1. No viváis conforme a los criterios del tiempo presente; por el contrario, cambiad vuestra manera de pensar, para que así cambie vuestra manera de vivir y lleguéis a conocer la voluntad de Dios, es decir, lo que es bueno, lo que le es grato, lo que es perfecto.
    Pero el mundo se va acabando, con todos sus malos deseos; en cambio, el que hace la voluntad de Dios vive para siempre.

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