El Dominio Propio

El Dominio Propio

«Todas las cosas me son licitas, mas no todas convienen; todas las cosas me son licitas, mas yo no me dejaré dominar por ninguna.» 1 Corintios 6:12 (RVR)

Desde los origines de la humanidad, el ser humano deseo tener dominio. La historia muestra como los poderosos quisieron siempre ampliar sus dominios. Los grandes reyes, quisieron ampliar sus dominios conquistar el mundo conocido y durar para siempre. Los grandes empresarios, quisieron crear empresas que fueran eternas. No importa en que rubro se muevan, siempre desearon que su poder trascendiera sus vidas. Y que sus dominios fueran superiores a su existencia.

El hombre es un adicto al poder, y desea que su dominio sea permanente. Pero lo que el ser humano nunca quiso comprender es que aún los más poderosos res o empresarios de la humanidad aun sin saberlo y aunque puedan dominar los designios de miles de personas, nuca pueden ser completamente autónomos. Siempre hay algo que los domina.

Pueden tener el control de la economía o de las milicias. Pero hay algo que no pueden controlar. Su naturaleza interior. Pablo sabía mucho de esto. Es notable como el mismo hombre que puede controlar a un tigre en la jaula de un circo es el mismo que sucumbe ante el deseo de mirar una foto pornográfica en internet. ¿Qué es más difícil? ¿Qué es más peligroso?

Somos especialistas en definir lo correcto y lo incorrecto y nos embanderamos detrás de las causas nobles. Censuramos la mentira, el robo, el asesinato o la corrupción. Y en estos grandes temas del mal la gran mayoría de nosotros estamos de acuerdo en que está mal. Pero al igual que el domador de tigres, cometemos el mismo error en subestimar el peor enemigo que tenemos y que no podemos dominar con facilidad.

Nosotros mismos somos nuestro principal enemigo. Es nuestro interior, nuestros hábitos, nuestra naturaleza interior oponente más complicado y peligroso. A quien es casi imposible dominar. Ante esta realidad que aplica a todos los seres humanos, Pablo nos deja esta eterna verdad.

Hay muchas cosas que no son eminentes pecados, aspectos grises que difícilmente puedan ser categorizados como ofensas a Dios. Pero que nos alejan de la verdad, que nos cortan la relación con Dios, que nos enfrían el alma. Para ser un verdadero exitoso, un completo ganador, Pablo nos recomienda dominar a nuestro peor enemigo: nosotros mismos

REFLEXIÓN – Mantene el dominio de tu vida

Un gran abrazo y bendiciones

Dany

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