Reflexiones Diarias – El Pueblo de Jato en la India

Reflexiones Diarias – El Pueblo de Jato en la Indiam

«Así que les digo: Vivan por el Espíritu, y no seguirán los deseos de la naturaleza pecaminosa.» Gálatas 5:16 (NVI)

El 7 de agosto de 1932, en Jato, Etiopía, a 130 kilómetros de la capital nacía un pequeño bebé etíope Abebe Bikila. Un pueblo pequeño con menos de 2000 habitantes, sin electricidad ni agua potable ni caminos asfaltados. En la actualidad hoy solo una pequeña minoría tiene un automóvil.

Una comunidad acostumbrada a los esfuerzos personales, con una alimentación basada en la cebada (no hay mucho más que eso), agua de montaña y un terreno escabroso donde la ganadería es una de las pocas fuentes de supervivencia, trabajo y alimento, el pequeño Abebe desarrollo su niñez haciendo lo que hacían todos los niños de su pueblo. Corriendo.

Hoy este hombre es considerado el más grande maratonista de todos los tiempos. Y generó una cultura de medio fondistas y corredores de larga distancia que ha puesto a Etiopía y a Kenia en todos los medalleros de maratones de las ultimas 15 olimpiadas. Corredores con una amplia resistencia, más que el promedio normal de los demás corredores del mundo.

Se estudió las razones y simplemente se llegó a la conclusión que es la combinación del aire montañoso del pueblo, la alimentación sana y escasa y mucho, pero mucho entrenamiento. Esta combinación creó una generación de corredores que son casi imbatibles.

Pensaba en estos corredores tan especiales que sustentaban su poderío en su lugar de nacimiento. Su naturaleza está diseñada para soportar los grandes esfuerzos. Le suman mucho sacrificio y dedicación. Pero su esencia los hace especiales.

Al igual que ellos, el cristiano tiene una naturaleza que nos hace diferentes. No se nota externamente, sino que el cambio es interior. No nos da poderes especiales ni condiciones suprahumanas. Pero nos permite imitar a Dios. Esta naturaleza es la esencia que Dios nos da cuando nacemos de nuevo. Y es lo que nos permite evitar el pecado.

Es notable como un poco de esfuerzo sobre esta naturaleza puede generar hombres y mujeres santas y consagradas a Dios. Con la misma sencillez, la falta de entrenamiento, de capacitación y de compromiso malogra la naturaleza que Dios nos dio y genera en nosotros un estado de tibieza espiritual, debilidad y falta de poder.

Tenés todo el potencial para ser un gran hijo de Dios. No hay límites para explotar tus capacidades. Dios te ha dotado de todo su Espíritu para que seas pleno.

REFLEXIÓN – Naciste en el cielo. Sos especial.

Un gran abrazo y bendiciones

Dany

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