Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación

«Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también nuestra fe.» 1 Corintios 15:14 (RVR)

Escuchaba algunos programas de televisión donde se presentaban algunos representantes de las principales religiones de nuestro país para hablar de algunos temas sociales y como siempre pasa, en la mesa había algunos ateos. Y frente a las propuestas de fe de cada grupo, los ateos también presentaban sus ideas. La conductora frente a un postulado absoluto de esta persona (criticando a las religiones que se llenaban la boca en la ayuda de los pobres pero que tienen templos carísimos y vidas muy placenteras) le pidió que modere su tono. A lo que el ateo le respondió: Mis postulados son tan absolutos como los de ellos. Solo que lo digo sin tanto cuidado porque yo no tengo que conseguir adeptos.

Esto me hizo pensar. ¿Qué pasaría si Dios no existiera? ¿Si no hubiera una vida después de la muerte? ¿Si todo terminara en el cementerio? Es cierto que muchas de las cosas que predicamos perderían sentido. Pero al menos se podría rescatar que intentamos educar a los fieles de la iglesia en un camino de buenas acciones, respeto y ética. Y que frente a los valores distorsionados de nuestra sociedad, levantamos principios de buenas prácticas y conducta.

Pero aún así, no tendría demasiado sentido el esfuerzo, porque la mejor de las intenciones terminaría a los 80 o 90 años, con la muerte de la persona. Sin embargo, cada ser humano tiene un llamado interno a buscar algo superior. Cada uno le pone el nombre que quiere. Dios lo llama: su misma esencia. Fuimos creados a imagen y semejanza de Dios. Y tenemos eternidad en nuestro espíritu.

Por eso sabemos que hay vida después de la muerte, o hay algo más. Y acá es donde Jesucristo hace la diferencia. Cualquier otra religión bienintencionada propone reglas de conducta y fidelidad sobre las enseñanzas que un gran maestro les dejó. Y ese maestro está en alguna tumba. Hay algún mausoleo, tumba o cementerio donde llevarle flores y respeto. Con Jesucristo es diferente. ES el único ser que venció la muerte y por eso puede dar vida eterna.

Si Cristo no fuera Dios y no hubiera resucitado de los muertos mi fe tendría el mismo valor que una zapatilla vieja. Pero a diferencia de todas las demás creencias del planeta, mi fe tiene el invaluable valor de estar sustentada en el hecho más glorioso de la eternidad: la muerte y resurrección de Dios.

REFLEXIÓN – Valioso, jamás vano.

Un gran abrazo y bendiciones

Dany

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