Crecer gracias a los cambios – Primera parte

Cambios en la VidaCrecer gracias a los cambios – Primera parte

«…LA PRUEBA DE VUESTRA FE PRODUCE PACIENCIA» (Santiago 1:3)

Lo única certeza de esta vida es que habrá cambios. Tratamos de resistirlos, pero éstos dicen: ‘Aquí nos tienes, ya seas que estés listo o no.’ Para fortalecernos por medio de los cambios, debemos rendirnos ante ellos, aprender de ellos y acostumbrarnos a ellos.

Primero, no seas escapista, procurando evitar cualquier presión derivada de los mismos. No se puede escapar a ellos, son inevitables. Deja de considerarlos como enemigos y haz de ellos tus aliados. Usando una imagen de equitación, debes dirigir al caballo en la dirección por la que él se inclina para poder llegar adonde quieres; en otras palabras, no te resistas a los cambios.

Segundo, cuando nos enfrentamos a cambios súbitos, nuestro instinto es de «resistirse o huir» pero ninguna de las dos actitudes es el mejor remedio. Afortunadamente, existe una solución: confiar nuestras vidas enteramente al cuidado de Dios, pidiéndole su sabiduría. «.Él nos lleva de la mano y nos conduce a. cambiar.» (Romanos 2:4 parafraseado). Dios nos ama tal y como somos, pero nos ama demasiado para dejarnos como estamos.

Tercero, alguien bromeó: ‘Si no fuera por el estrés, no tendría energía’ Haz un alto en el camino y analiza en detalle tu vida. ¿Lo estás haciendo más difícil de lo que es en realidad? ¿Estás hablando palabras de fe o de temor? ¿Te has convencido a ti mismo de que no puedes manejar los cambiosí ¿Estás dispuesto a rendirte sin siquiera intentarlo y sin confiar en Diosí Si no le ves ningún sentido a la situación en que te encuentras, lee estas palabras: «.La prueba de vuestra fe da como fruto la paciencia, y el ejercitaros en la paciencia os hará perfectos y cabales, aptos para enfrentaros a cualquier circunstancia adversa que se os presente» (Santiago 1:3-4 Castilian).

«.DERRIBADOS, PERO NO DESTRUIDOS» (2 Corintios 4:9)

Max Gunther bromeó: «Cuando estés en un tira y afloja con un tigre, dale la soga antes de que te agarre el brazo; ¡siempre podrás comprar otra!» La resistencia al cambio sólo produce úlceras, insomnio y tensión. Éstas son algunas de las actitudes que tal vez necesites modificar: Deja de pensar como víctima, esperando que los demás te rescaten, te tengan compasión y te calmen. ¡Toma el timón de tu propia vida! Debes decirte que no estás desesperado y que la situación tiene remedio. La Palabra de Dios promete que «Todo lo puedo… en Cristo…» (Filipenses 4:13). Deja de oponerte a los cambios. En lugar de darte de golpes contra la pared de la realidad, invierte tus esfuerzos en cambiar lo que sí puedes cambiar -por ejemplo, tus actitudes y la forma de ver las cosas. Se gasta más energía aferrándose a los viejos hábitos y creencias que aceptando los nuevos. Deja de jugar al nuevo juego con las viejas reglas.

Cuando un automóvil en segunda velocidad intenta circular a 100 millas por hora, ya sabes lo que pasa: ¡se quema el motor! Para no quemarte, debes aprender a cambiar de velocidades. Cuando varían las estaciones de la vida, o los cometidos, o las relaciones humanas, intenta adaptarte a las nuevas situaciones. Aprende a jugar con las nuevas reglas, o perderás siempre el juego. No quieras controlar lo incontrolable. Cuando cambia la música, es hora de aprender los nuevos pasos; si no lo haces, acabarás apoyado contra la pared mirando a los que bailan. Quizás no te gusten los cambios, pero puedes aprender a fluir con ellos. «.Estamos atribulados en todo, pero no angustiados; en apuros, pero no desesperados. derribados, pero no destruidos» (2 Corintios 4:8-9).

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