Sin corazones endurecidos como los fariseos

Corazon de Piedra CorazónSin corazones endurecidos como los fariseos

Porque los ojos de Jehová contemplan toda la tierra, para mostrar su poder a favor de los que tienen corazón perfecto para con él. – 2 Crónicas 16:9a

Los fariseos tenían una condición en el corazón que afligía a Jesús: sus corazones eran duros e insensibles. Si lee Marcos 3, se dará cuenta de lo que estoy hablando.

Dios estaba allí, en medio de ellos. Y ¿quiénes más que ellos debieron haber comprendido eso? Conocían las Escrituras al derecho y al revés, y Jesús se ajustaba a toda profecía mesiánica allí escrita. Pero la insensibilidad de sus corazones no les permitió ver quién era Él.

Los corazones de los fariseos también estaban endurecidos a las necesidades de la gente.

Esa misma situación sucede todavía hoy. Sólo piense en lo que esos fariseos hacían. Ellos estaban:

1. Criticando al ministro de Dios.

2. Protegiendo sus tradiciones religiosas en lugar de obedecer a la Palabra de Dios.

3. Preocupándose más por su propio bienestar que el de sus semejantes.

¿Alguna vez ha conocido creyentes que encajen en esa descripción? ¡Seguramente que sí! En realidad, todos hemos hecho esas cosas en algún momento de nuestra vida.

Algunos de nosotros hemos cometido los mismos errores que los fariseos cometieron. Hemos estado tan concentrados en hacer y decir todas las cosas «correctas» que hemos dejado que la ternura del amor de Dios en nuestro interior se enfríe. Sé que eso es cierto, porque si no lo fuera, estaríamos viendo grandes manifestaciones de Dios en nuestro medio. Estaríamos viendo el avivamiento en todo rincón.

Eso es lo que Dios anhela hacer. Dios desea derramar su Espíritu en el poder y abundancia sobrenaturales por medio de su Iglesia. Pero la dureza de corazón que hemos desarrollado es la que le está deteniendo.

Si desea un derramamiento del Espíritu Santo en su vida y la manifestación del poder de Dios en su iglesia, examine la condición de su corazón. Si encuentra allí cualquier dureza, arrepiéntase y pídale a Dios que lo cambie. Pídale que le dé la clase de corazón que le permi¬ta ver el poder de Dios a su favor.

Marcos 3:1-6 1 Otra vez entró Jesús en la sinagoga; y había allí un hombre que tenía seca una mano.
3:2 Y le acechaban para ver si en el día de reposo le sanaría, a fin de poder acusarle.
3:3 Entonces dijo al hombre que tenía la mano seca: Levántate y ponte en medio.
3:4 Y les dijo: ¿Es lícito en los días de reposo hacer bien, o hacer mal; salvar la vida, o quitarla? Pero ellos callaban.
3:5 Entonces, mirándolos alrededor con enojo, entristecido por la dureza de sus corazones, dijo al hombre: Extiende tu mano. Y él la extendió, y la mano le fue restaurada sana.3:6 Y salidos los fariseos, tomaron consejo con los herodianos contra él para destruirle.

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