Satanás está derrotado. Parte tres
«[libró] a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre» (Hebreos 2:15)
Para muchos de nosotros, la muerte es el mayor de nuestros temores. Decía un humorista: ‘No me importa morir, lo que no quiero es estar presente cuando ocurra.’ Pero no podemos ahuyentar con humor la intimidante realidad de lo que la Biblia describe como «el último enemigo».
¿Qué se puede hacer? La respuesta está en Jesús: «…Él también participó de lo mismo, para destruir por la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y librar a los que por el temor de la muerte estaban por toda la vida sujetos a servidumbre» (Hebreos 2:14-15).
Hasta la llegada de Jesús al mundo, satanás había usado como arma la amenaza de la muerte. Hasta ese momento, todos vivían con el temor de ella. Pero gracias a su resurrección, lo único que le queda al diablo son sus mentiras. La palabra «destruir» aquí tiene la idea de «aniquilar» (1 Juan 3:8). ¡Maravilloso! Con su muerte y resurrección, Jesús aniquiló por completo el poder de satanás.
Y hoy Jesús te dice: «…No temas; YO SOY el primero y el último; y el que vivo, y he sido muerto; y he aquí que vivo para siempre jamás, Amén. Y tengo las llaves del infierno y de la muerte» (Apocalipsis 1:17-18).
Después de destruir la prisión de la muerte, Jesús salió de la misma y le dijo a satanás, el carcelero: ‘Ahora yo me llevo las llaves’ y se fue al cielo. Es lógico y sano llorar la pérdida de un ser querido. Pero es mucho más fácil soportar el duelo cuando sabes que vas a poder superarlo y que vas a volver a reunirte en el cielo con tus seres queridos. Por lo tanto, aún en la muerte, nosotros ganamos y satanás pierde.
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