Corra hacia Dios ahora

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Corra hacia Dios ahora

Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. – 1 Juan 1:9

¡Qué maravilloso es saber que uno ha sido liberado de la ley del pecado y de la muerte! ¡Qué glorioso es saber que nunca más tendrá que ser esclavo del pecado! Pero ¿qué puede hacer uno cuando a pesar de esas verdades gloriosas sigue fallando, sigue cometiendo errores y sigue cayendo en pecado?

La respuesta es correr hacia nuestro Padre celestial y arrepentirnos. Y aunque esto parece algo fácil, con frecuencia hacemos todo lo opuesto. En lugar de acercarnos a Dios, dejamos que el temor y el sentimiento de culpa nos alejen de Él. Nos ponemos a pensar cosas como: «Bueno, he fallado otra vez; será mejor que me olvide de todo y viva perdidamente».

No cometa ese error. No deje que Satanás le convenza de seguir el pecado en cierto aspecto de su vida ya porque falló en otro. Cuando usted se desvíe del camino de Dios, lo único que tiene que hacer es confesarlo y volver al camino.

«Pero, me siento tan culpable cuando le digo a Dios lo que he hecho que se me hace muy difícil confesarlo».

Lo sé, yo también me sentía así. Entonces, un día, Dios me dijo: «Hijo, cuando confesaste ese pecado, no fue para que yo lo supiera, sino para despojarte de él y fueras limpiado de sus efectos en tu vida».

Cuando cometa un error o cuando falle en algo, recuerde que usted tiene un abogado para con el Padre, a Jesucristo el justo (1 Juan 2:1). Acuda a Él. Jesús sabe por lo que usted está pasando. Usted no tiene por qué sentir temor. Él no le hizo nada por los pecados que usted cometió antes de que lo recibiera como Salvador y Señor de su vida, ¿cierto? Entonces, ¿cuánto más misericordioso y amoroso cree que Dios será ahora que usted es de Cristo, ahora que está asiéndose de Él y que su corazón está inclinado a Él?

En lugar de huir de Dios, corra hacia Él para que sea perdonado y limpiado no importa lo mucho que usted haya pecado. Él desea perdonarle y limpiarle de toda maldad.

2 Samuel 11:1-5, 12:1-1

11:1 Aconteció al año siguiente, en el tiempo que salen los reyes a la guerra, que David envió a Joab, y con él a sus siervos y a todo Israel, y destruyeron a los amonitas, y sitiaron a Rabá; pero David se quedó en Jerusalén.
11:2 Y sucedió un día, al caer la tarde, que se levantó David de su lecho y se paseaba sobre el terrado de la casa real; y vio desde el terrado a una mujer que se estaba bañando, la cual era muy hermosa.
11:3 Envió David a preguntar por aquella mujer, y le dijeron: Aquella es Betsabé hija de Eliam, mujer de Urías heteo.
11:4 Y envió David mensajeros, y la tomó; y vino a él, y él durmió con ella. Luego ella se purificó de su inmundicia, y se volvió a su casa.
11:5 Y concibió la mujer, y envió a hacerlo saber a David, diciendo: Estoy encinta.

 

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