La Verdadera Intercesión

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La Verdadera Intercesión

Y vio que no había hombre, y se maravilló que no hubiera quien se interpusiese; y lo salvó su brazo, y le afirmó su misma justicia. – Isaías 59:16

Cuando alguien nos hiere, nuestra reacción natural humana es la de vengarnos y esperar que esa persona sea castigada de alguna manera por Dios. Pero ese no es el método de Dios.

Me di cuenta de eso una vez cuando les robaron a unos parientes míos. Yo estaba orando y tratando de comprender la situación. «Señor -empecé a decir-, ¿por qué permitiste que sucediera eso? ¿Por qué no golpeaste a ese ladrón en la cabeza cuando estaba haciendo eso?»

De pronto, Dios me sacó de esa situación para que la viera con los ojos espirituales, no solo con los ojos naturales. Cuando lo hice, supe la respuesta a mi pregunta casi tan rápido como la había hecho: fue a causa de su misericordia. Dios tiene mucha, mucha misericordia; no sólo para mí y mi familia, sino también para ellos.

Piense en eso la próxima vez que alguien le haga un agravio. En vez de pedirle a Dios que golpee a esa persona en la cabeza, como yo lo pedí, considere el hecho de que es posible que la abuela de esa persona esté orando por ella para que sea salva. Deténgase y recuerde que Dios amó a esa persona tanto que murió por ella, y lo que desea es perdonarla, no castigarla.

Así que, en lugar de orar contra esa persona, ore por ella, uniéndose en oración con la abuela (o quién sea que esté orando por ella). Pídale al Señor que tenga misericordia de ella. Opóngase al diablo y dé la cara por esa persona. Esa es la verdadera intercesión la cual dejará perplejas y en confusión total a las fuerzas de las tinieblas, y estas no tendrán defensa alguna contra ella. El Señor está buscando creyentes que se atrevan y se comprometan a ser esa clase de intercesores. Atrévase usted a ser uno de ellos.

Cuando sienta que tiene ganas de golpear a alguien, ¿por qué mejor no se atreve a transformar la vida de esa persona?

Lucas 6:27-36

6:27 Pero a vosotros los que oís, os digo: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os aborrecen; 
6:28 bendecid a los que os maldicen, y orad por los que os calumnian. 
6:29 Al que te hiera en una mejilla, preséntale también la otra; y al que te quite la capa, ni aun la túnica le niegues.
6:30 A cualquiera que te pida, dale; y al que tome lo que es tuyo, no pidas que te lo devuelva. 
6:31 Y como queréis que hagan los hombres con vosotros, así también haced vosotros con ellos. 
6:32 Porque si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéisí Porque también los pecadores aman a los que los aman. 
6:33 Y si hacéis bien a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéisí Porque también los pecadores hacen lo mismo. 
6:34 Y si prestáis a aquellos de quienes esperáis recibir, ¿qué mérito tenéisí Porque también los pecadores prestan a los pecadores, para recibir otro tanto. 
6:35 Amad, pues, a vuestros enemigos, y haced bien, y prestad, no esperando de ello nada; y será vuestro galardón grande, y seréis hijos del Altísimo; porque él es benigno para con los ingratos y malos. 
6:36 Sed, pues, misericordiosos, como también vuestro Padre es misericordioso.

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