Lo que yo hago ahora, tu no lo comprendes ahora

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Lo que yo hago ahora, tu no lo comprendes ahora

«Respondió Jesús y le dijo: Lo que yo hago ahora, tu no lo comprendes ahora.» Juan 13:7 (RVR)

Era la última cena para el Señor y sus discípulos. En pocas horas comenzaba el terrible martirio de la cruz. Estaban los doce apóstoles con sus miserias y dudas. Unas horas antes habían estado discutiendo sobre quien debería ser el mayor en el reino de Dios, y a quien le tocaría un lugar de privilegio en el trono.

Cristo les estaba diciendo que iba a morir en la cruz para generar el más grande acto de amor de toda la humanidad, y estos hombres estaban pensando en como acomodarse para vivir relajados en un puesto de privilegio en un gobierno.

No puedo ni imaginar las cosas que estarían pasando por la mente de Jesucristo en esos momentos, la lucha contra el diablo, el saber que iba a sufrir físicamente en forma descomunal, la presión de saber que no había un plan B para salvar a la humanidad, saber anticipadamente que el Padre lo iba a dejar solo en la cruz, el abandono de sus discípulos en el huerto, la traición de Judas.

Y sorpresivamente, se levantó de la mesa, se ciñó una toalla y comenzó a lavar los pies de sus discípulos. Era costumbre en las casas acomodadas, que un esclavo haga eso con los invitados. No había esclavos en esa cena, y ninguno quería ser menos que los demás, lavando pies sucios y embarrados. Una tarea denigrante y desagradable.

Entonces Dios mismo, el creador de todo, el dueño de todo, el todopoderoso y soberano Rey, toma la tarea del esclavo y lava los pies. Claro, Pedro no lo entendía, él quería ser servido, quería un tronito para mandar y ser obedecido, no para servir. ¿Cómo era posible que el de mayor autoridad haga semejante acto servil? Pedro no podía entender el significado del amor y del servicio cristiano. Estaba demasiado enroscado en sus pensamientos de poder y de egoísmo.

Cristo estaba enseñando que los paradigmas del Cielo son muy distintos a los de este mundo. Y lo hizo con su ejemplo. Años más tarde Pedro logró comprender este misterio. Pasaron miles de años, y los paradigmitas divinos siguen siendo los mismos. Y lo de este mundo también.

Hoy Jesucristo no te pide que le laves los pies a nadie, pero te pide que tengas la gracia y la caridad de mirar por las necesidades del otro. De dejar de ser egoísta y mirar solo tu ombligo y darte cuenta que hay otros que necesitan: ser escuchados, valorados, amados, abrazados, atendidos, alimentados, mimados, acariciados, aplaudidos.

REFLEXION – ¿Comprendesí

Un gran abrazo y bendiciones

Dany

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