No se necesita a toda la nación para el cambio

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No se necesita a toda la nación para el cambio

Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra. – 2 Crónicas 7:14

Si usted está dudando de que sea posible para unas pocas personas como nosotros cambiar la nación entera, permítame preguntarle lo siguiente: ¿puede una persona endemoniada cambiar una nación para mal? ¡Definitivamente! Hitler lo hizo en Alemania.

Si el poder del diablo en una persona puede cambiar a una nación para mal, usted puede estar seguro de que un grupo de hombres y mujeres con el poder de Dios en ellos pueden cambiar a una nación para bien. Ninguna nación está tan perdida como para que Dios no pueda cambiarla. El pueblo de Israel es prueba de ello, porque cuando aún no existía, Dios la levantó ante los ojos del diablo y este no pudo destruirla.

Quiero que note algo en ese pasaje de 2 Crónicas. Dice: «Si… MI pueblo, sobre el cual MI nombre es invocado… «. Dios no dijo «si toda la nación», como requisito para que cambiaran las cosas, sino «MI pueblo…». Note que tampoco dijo: «si mi pueblo se pone a firmar peticiones y si consiguen la mayoría de votos…». No, sino que dijo, «si… oraren»; o sea, vamos a tener que dejar de tratar de resolver este asunto nosotros solos.

Dios sanará esta tierra, pero nuestro deber es orar, creer y buscar su rostro. Empecemos a hacerlo hoy.

2 Crónicas 7:1-16

7:1 Cuando Salomón acabó de orar, descendió fuego de los cielos, y consumió el holocausto y las víctimas; y la gloria de Jehová llenó la casa.
7:2 Y no podían entrar los sacerdotes en la casa de Jehová, porque la gloria de Jehová había llenado la casa de Jehová.
7:3 Cuando vieron todos los hijos de Israel descender el fuego y la gloria de Jehová sobre la casa, se postraron sobre sus rostros en el pavimento y adoraron, y alabaron a Jehová, diciendo: Porque él es bueno, y su misericordia es para siempre.
7:4 Entonces el rey y todo el pueblo sacrificaron víctimas delante de Jehová.
7:5 Y ofreció el rey Salomón en sacrificio veinte y dos mil bueyes, y ciento y veinte mil ovejas; y así dedicaron la casa de Dios el rey y todo el pueblo.
7:6 Y los sacerdotes desempeñaban su ministerio; y los levitas con los instrumentos de música de Jehová, los cuales había hecho el rey David para alabar a Jehová, porque su misericordia es para siempre; cuando David alababa por medio de ellos. Asimismo los sacerdotes tocaban trompetas delante de ellos, y todo Israel estaba en pie.
7:7 También Salomón consagró la parte central del atrio que estaba delante de la casa de Jehová, por cuanto había ofrecido allí los holocaustos, y la grosura de las ofrendas de paz; porque en el altar de bronce que Salomón había hecho, no podían caber los holocaustos, las ofrendas y las grosuras.
7:8 Entonces hizo Salomón fiesta siete días, y con él todo Israel, una gran congregación, desde la entrada de Hamat hasta el arroyo de Egipto.
7:9 Al octavo día hicieron solemne asamblea, porque habían hecho la dedicación del altar en siete días, y habían celebrado la fiesta solemne por siete días.
7:10 Y a los veintitrés días del mes séptimo envió al pueblo a sus hogares ,alegres y gozosos de corazón por los beneficios que Jehová había hecho a David, y a Salomón, y a su pueblo Israel.
7:11 Terminó, pues, Salomón la casa de Jehová, y la casa del rey: y todo lo que Salomón se propuso hacer en la casa de Jehová y en su casa, fue prosperado.
7:12 Y apareció Jehová a Salomón de noche, y le dijo: Yo he oído tu oración, y he elegido para mí este lugar por casa de sacrificio.
7:13 Si yo cerrare los cielos, para que no haya lluvia, y si mandare a la langosta que consuma la tierra, o si enviare pestilencia a mi pueblo;
7:14 Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra.
7:15 Ahora estarán abiertos mis ojos, y atentos mis oídos, a la oración en este lugar:
7:16 Porque ahora he elegido y santificado esta casa, para que esté en ella mi nombre para siempre; y mis ojos y mi corazón estarán ahí para siempre.

Kenneth Copeland

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