¿Te estás desviando del sendero marcado?

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¿Te estás desviando del sendero marcado?

«EL HACER TU VOLUNTAD, DIOS MÍO, ME HA AGRADADO…» (Salmo 40:8)

El escritor John Blumberg relata acerca de un paseo en balsa que hizo con unos amigos: «Fue difícil al principio mover la balsa desde la playa… parecía que había una fuerza que nos quería dejar en la orilla. Pero poco a poco se hizo más fácil y entonces nos relajamos. Y cuando más relajados estábamos, de repente nos dimos cuenta de la seriedad de nuestra situación, pues habíamos navegado tan fácilmente que nos habíamos alejado demasiado de la playa y era difícil regresar. Para nuestra seguridad, tuvimos que agarrar con una mano la balsa y con la otra nadar con fuerza. Pasaron veinte minutos, pero apenas nos habíamos movido del sitio. Por fin un socorrista llegó en su kayak; animados por su presencia, bromeamos acerca de la distancia que nos separaba de la orilla. ¡Pero él no estaba de bromas! Unas boyas naranjas marcaban los límites de donde podíamos llegar. Nosotros no habíamos hecho caso de las mismas y nos habíamos adentrado cinco veces más de la distancia permitida. El socorrista no nos abandonó, pero tampoco nos ayudó. Cuarenta y cinco minutos más tarde… llegamos a la playa, extenuados y temblando.

En la vida, normalmente no abandonamos de golpe nuestros valores, sino que nos vamos alejando paulatinamente y nos despertamos en lugares que nunca pensamos que llegaríamos a estar. El pecado es muy sutil; te hace creer que todo está bien; hasta que te das cuenta un día de dónde te has metido. La Palabra de Dios es nuestra barrera de protección. David dijo: «El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado y tu Ley está en medio de mi corazón» (Salmo 40:8). La palabra hebrea para «corazón» significaba «entrañas» y era también el centro de las emociones. La forma de pensar y las emociones de David estaban afinadas por la Escritura, puesto que éstas eran parte de su ser.»

Como creyente, la Palabra de Dios debería estar tan arraigada en tu corazón que siempre desees hacer lo que es correcto y «te complazcas» en hacer Su voluntad.

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