El amor de Cristo por nosotros

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El amor de Cristo por nosotros

«…LO ENTENDERÁS DESPUÉS» (Juan 13:7)

Lo asombroso del amor de Cristo no es que Él conoce todos tus pecados pasados y los perdona, sino que también conoce tus pecados futuros y ya ha decidido perdonarlos. La víspera de la crucifixión, Jesús les lavó los pies a sus discípulos, diciendo «…lo [entenderéis] después…» (Juan 13:7). Sabía que aquellos hombres iban a realizar el acto más vil de sus vidas: abandonarlo. A la mañana siguiente andarían cabizbajos y avergonzados y mirarían a sus pies con indignación. Y al hacerlo, Jesús quería que recordaran que Él se los había lavado. Es extraordinario comprobar que el Señor les extendió misericordia antes de que la necesitaran y que perdonara sus pecados antes de cometerlos. Este amor les conmovió profundamente y les dio fuerzas para que todos, excepto uno, se dedicaran a predicar el evangelio y dieran sus vidas por Él.

Escribe Pablo: «El amor de Cristo nos apremia…» (2 Corintios 5:14 LBLA). El amor que Cristo te tiene es:

a) la única constante en un mundo en continuos cambios;

b) lo que te va a atraer de vuelta a Él cada vez que falles;

c) la fuerza impulsora que te va a llevar a entregarte a Él totalmente. «…La sangre de Jesucristo, su Hijo, nos limpia de todo pecado.» (1 Juan 1:7).

Continuamente estamos siendo lavados por la sangre de Cristo; su limpieza no es una promesa para el futuro, sino una realidad para el presente. Si una sola mota de polvo cae en el alma de un santo, la sangre de Cristo la limpia. Jesús sigue lavando los pies a sus discípulos, y sigue limpiándonos de nuestros pecados. Saber eso debería ser la máxima motivación para vivir por Él.

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