Las Parábolas de los “Objetos Perdidos”. Parte 3

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Las Parábolas de los “Objetos Perdidos”. Parte 3

«…MI HIJO… SE HABÍA PERDIDO Y ES HALLADO…» (Lucas 15:24)

Después de relatar las parábolas de la oveja y la moneda perdidas, Jesús contó la parábola del hijo pródigo. Lo interesante de este joven es que él sabía que estaba perdido, y también conocía el camino a casa. El pastor fue en busca de la oveja perdida, la mujer con la lámpara buscó la moneda perdida, pero nadie fue en búsqueda del hijo perdido. Hasta que no dilapidó su herencia y acabó en una pocilga de cerdos no recapacitó. Leemos: «Volviendo en sí, dijo: …Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: ‘Padre, he pecado contra el cielo y contra ti… Cuando aún estaba lejos, lo vio su padre y fue movido a misericordia, y corrió y se echó sobre su cuello y lo besó…  El padre dijo a sus siervos: ‘Sacad el mejor vestido y vestidle; y poned un anillo en su dedo y calzado en sus pies. Traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta,  porque éste, mi hijo… se había perdido y es hallado.’ Y comenzaron a regocijarse» (Lucas 15:17-24).

Si te encuentras en esa situación y te has alejado de Dios, Él te está esperando para acogerte de nuevo. Te tiene reservado un lugar a la mesa, te va a poner un anillo que te identifique como Su hijo y te va a cubrir con una capa de justicia para tapar tu vergüenza. El Hijo Pródigo no volvió a ser feliz hasta que no estuvo en la casa de su padre. Entonces, tienes que tomar una decisión. Aunque te sientas decepcionado contigo mismo y avergonzado delante de Dios por haberle fallado, puedes volver a casa. ¡Hazlo hoy mismo!

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