La Humildad en la Vida Cristiana

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Jesús nos dijo en Mateo 11:29 que aprendiéramos de El a ser humildes, pero que significa ser humilde?

La humildad es la actitud que reflejamos cuando no presumimos de nuestros logros, cuando reconocemos nuestros fracasos y debilidades y cuando actuamos sin orgullo. Consiste en ser conscientes de nuestras limitaciones e insuficiencias y actuar en consecuencia.

Cuando somos humildes vemos las cosas como son, lo bueno como bueno, lo malo como malo. Por eso al actuar con humildad somos dignos de confianza, flexibles y adaptables, capaces de escuchar y aceptar a los demás, de dejar hacer y dejar ser.

La humildad elimina el miedo y la inseguridad; nos sensibiliza a las verdades bíblicas que dan valor y sentido a la vida. Asimismo, la humildad destruye los muros de arrogancia y de orgullo que nos distancian de las personas. La humildad actúa suavemente en las fisuras, permitiendo el acercamiento.

Al ser humildes podemos adaptarnos a todos los ambientes por negativos que estos sean y reflejaremos esa humildad en nuestra actitud, palabras y relaciones. Al desarrollar la humildad en nuestras vidas tenemos la posibilidad de crear un ambiente cordial y confortable. Nuestras palabras estarán llenas de esencia y las expresaremos con buenos modales; incluso podemos hacer desaparecer la ira de otra persona, pues una palabra dicha con humildad tiene el significado de mil palabras.

La humildad consiste en reconocer que no somos “los mejores del mundo”, en aceptar nuestros defectos y reconocer las virtudes de los otros. Sumando nuestras virtudes, podemos corregir juntos nuestros defectos.

La humildad debe penetrar nuestro intelecto tan profundamente como lo penetra el amor.

La humildad nace y se engendra en la forma de pensar, en la forma en que yo elijo en mis pensamientos vivir, luego se hace presente en mis acciones. Es imposible que yo intente ser humilde solo para que lo vean los demás, si en verdad mis pensamientos y mi corazón están lejos de ella.

Solo el verdaderamente humilde es capaz de apreciar digna y noblemente las cualidades y ventajas del prójimo. El orgulloso considera siempre su propio valor para elevarse.

Humildad es servicialidad. “El mayor entre vosotros sea como el menor, y el que manda como el que sirve” (Lucas 22, 26; Mateo 20, 25).

La humildad es el gesto de una continua muerte interior para que Cristo viva en nosotros. La humildad sigue siendo siempre un don y un mandato. “Preciso es que El crezca y yo mengüe” (Juan 3, 30).

“Dios resiste a los soberbios y a los humildes da su gracia” (1 Pedro 5, 5).

La soberbia es tan pobre, tan mezquina que solo se extiende a ventajas transitorias como la belleza corporal, el adorno, el dinero, los títulos etc.

Sin embargo la humildad es tan rica que se extiende a la eternidad.
La soberbia se esfuerza por conquistar preponderancia y ascendencia sobre los demás.
La modestia se contenta con ocupar un puesto irrelevante.

En la antigüedad la tarea de lavar los pies a los que entraban a una casa con las sandalias cubiertas de polvo
correspondía a los esclavos. Nunca el dueño de casa, o el anfitrión, se hubieran rebajado a hacerlo personalmente.
Habría sido una humillacion. Por eso Pedro le dice a Jesús en la ultima cena: tu me vas a lavar los pies a mí? De ninguna manera”. Pero Jesús quiso lavarle los pies a cada uno de sus discípulos: “Si yo no te lavo los pies ahora, no tendrás parte conmigo.” Como, Jesúsí Tu quieres lavarme los pies, a mi que soy un pecador? “Lo que yo hago no lo comprendes ahora, pero algún día lo comprenderas” (Juan 13 6-9).

La humildad es la precursora de la exaltacion verdadera: Ha notado usted que la Biblia con frecuencia habla de la exaltacion junto con la humildad. Sin embargo, no debemos tratar de humillarnos con la esperanza de ser exaltados. Es importante saber que la senda del orgullo siempre lleva al desastre, mientras que la senda de la humildad siempre lleva a la exaltacion. Pero no debemos preocuparnos de cuando y como seremos exaltados. Dios se encargara de todo eso. Lo que nos toca a nosotros es seguir en la humildad, confiar en Dios, obedecer su palabra, mantenernos al pie de la cruz y recordar que las promesas de Dios a los humildes son seguras.

Es la voluntad de Dios que seamos exaltados. Pero su camino a la exaltación es distinto que el camino que llevan los que quieren exaltarse a si mismos. Su rumbo es distinto; su destino también lo es. La exaltacion a la que aspira el hombre siempre exalta su propia voluntad carnal, mientras que Dios desea exaltar al hombre según su imagen y propósito. Para esto, la carne tiene que estar muerta de tal manera que no responda a los deseos carnales. Algunos piensan que los dones espirituales exaltan a la persona que los posee y por eso los buscan con empeño. Pero la verdad es que el que recibe dones espirituales auténticos tiene que humillarse mas, crucificar mas la carne y entregarse mas a Dios. Dios no da dones espirituales para promover nuestras propias metas y aspiraciones. “Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que El os exalte cuando fuere tiempo” (1 Pedro 5.6).

Todos tenemos una parte de orgullo, pero hay quienes saben que son mas orgullosos. Si reconoces que en verdad eres una persona orgullosa. Debes ser libre de eso. Piensa en algo que hallas ganado por orgullo, ahora bien, Cuantas veces te ha ido mal por ese orgullo, cuantas veces te has herido a ti mismo y has herido a tus seres queridosí Si eres orgulloso quiero desafiarte a tomar la decisión de dejar eso a un lado a partir de hoy. Confía en Dios, vas a ver como Dios te sana. Tu conoces las cosas que tienes en tu corazón y puedes analizarlas. Habla con Dios y dile que estas cansado de ese orgullo que no te hace feliz. Renuncia a tu orgullo y con la ayuda del Espíritu Santo llegaras a ser una persona humilde de corazón.

“Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes” (Santiago 4.6).

“Porque cualquiera que se enaltece, sera humillado; y el que se humilla, sera enaltecido” (Lucas 14.11).

“La soberbia del hombre le abate; pero al humilde de espíritu sustenta la honra” (Proverbios 29.23).

“Mejor es humillar el espíritu con los humildes que repartir despojos con los soberbios” (Proverbios 16.19).

“Jehová asolará la casa de los soberbios” (Proverbios 15.25).

“Pero los mansos heredarán la tierra; y se recrearán con abundancia de paz” (Salmo 37.11).

“Antes del quebrantamiento es la soberbia, y antes de la caída la altivez de espiritu” (Proverbios 16.18).

“Cualquiera que se humille (…) ese es el mayor en el reino de los cielos” (Mateo 18.4).

“Humillaos delante del Señor, y El os exaltara” (Santiago 4.10).

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