El Profeta Oseas y el amor de Dios

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cruz-corazon-amor-de-DiosEl Profeta Oseas y el amor de Dios

¿Me ama Dios y si me ama cuánto es que me ama? Tal vez usted se haya hecho esta pregunta una decena de veces. Tal vez haya pedido también un ejemplo palpable, claro, contundente, acerca de ese amor para su vida. Quizá, en el fondo de una conciencia que le acusa y culpa de no ser merecedor de esa compasión divina, deje de interrogarse y diga: para qué pregunto si ya sé la respuesta: no soy digno del amor de Dios.

Esto mismo se preguntaba un joven campesino israelita que vivió entre los años 710 – 780 antes de Cristo. Él se hacía esta pregunta de modo personal a la vez que en relación con su pueblo: una sociedad que había roto el pacto hecho con Dios y se había dedicado a corromperse con otros dioses y definitivamente había olvidado la Palabra del Señor. Dios, por su parte, había dado carta de repudio al pueblo y dejado que se abandonaran en la adoración y culto a Baal. ¿Podría Dios seguir amando a este pueblo después de todo esto? ¿Qué tan grande es el amor de Diosí ¿Es más grande que la desobediencia y la corrupción de la gente y la mía propia?

No se hubiera preguntado eso el joven Oseas. Porque entonces Dios lo tomó como ejemplo vivo, para que él, el pueblo mismo, y usted y yo, entendiéramos cuál es la dimensión del amor divino. Encarnar ese amor, hacerlo visible, ofrecer una ilustración satisfactoria a nuestros ojos, llevó a Dios a pedir al joven profeta algo inusual: que se casara con una prostituta (Oseas 1:2a). Pocas veces en la Biblia se ve que Dios utilice métodos como éstos para enseñarnos de Él. Lo hizo con el profeta y éste obedeció.

Aquí uno se podría preguntar: ¿cómo es posible que Dios pida esto a uno de sus hombres, sobre todo que la petición parece ir en sentido contrario al mismo carácter divino?. La respuesta no es fácil. Lo que sí se ve claro es que desde aquel lado de la barrera, y con un inconveniente social en su contra, Oseas asume bien su papel y se dispone a mostrar al pueblo acerca del amor, la justicia de Dios, y lo que la gente misma (sucia y corrupta) representa para Él. ¡Y Dios lo mostrará con un ser de carne y hueso en la vida del propio Oseas!

Por otro lado, este matrimonio extraño, estas nupcias del joven quien pudo haber elegido a una mujer virtuosa en vez de Gomer la fornicaria, es la forma en que Dios quiere decir al pueblo que se vean en ese espejo: así como ves a Oseas, pasearse y dormir con una prostituta, individualmente y como pueblo estás haciendo lo mismo: has dejado a Dios para unirte a dioses y prácticas paganas.

El ejemplo siguió adelante de forma trágica para el profeta: se le pide ahora que tenga “hijos de fornicación” (1:2b) Al parecer, de los tres que se mencionan en este libro, sólo uno de los chicos le pertenece; los otros dos nacen fuera de su matrimonio (1:6, 8). Cada uno de los hijos ofrece un mensaje de juicio tanto a Israel como para Judá. Pero lo peor está aún por venir.

Un acto propio de alguien que practica la prostitución excesiva, Gomer, la mujer de Oseas, se cansa de la vida en familia y abandona el hogar; deja al profeta con los tres hijos y va a entregarse a los extraños. ¿Qué hacer? ¿Qué dicta el sentido común, la justicia humana, las buenas maneras y la justicia propia? Dice que el marido es el ofendido y tiene todo el derecho de cerrarle para siempre las puertas a aquella mujer; señala que el justo es el marido y por lo tanto nadie tomará a mal si se niega a recibir a la malvada.

Contrario a este acto, ejemplo de la sensatez humana, ocurre algo insólito. Cuando el profeta pregunta a Dios qué hacer con la mujer que lo ha abandonado, Dios le dice que vaya y traiga a la mujer de nuevo a casa. Absurdo, dirán algunos. Todo lo contrario al sentido común, al actuar sensato, a la cordura mesurada. Oseas no entiende. El hombre común no entiende. Yo no entiendo. Pero eso es lo que Dios quiere para ese pueblo… y para cada uno de nosotros. Dios se pone en el lugar del profeta: va y busca a quien no merece absolutamente se le busque. Misericordia en hebreo tiene esa connotación excesiva de amor en donde se traduce como “el favor de Dios a los hombres en una situación triple: 1) la persona es incapaz de pedirla 2) no hace nada por recibirla y 3) la recibe pero no la merece.

Después de un período de enojo normal que muestra la ira de Dios contra el pecado, el mismo Dios entra en el lapso conmovedor de Su infinita compasión. Refiriéndose a la esposa fornicaría, dice Dios en boca del profeta : “Pero he aquí que yo la atraeré y la llevaré al desierto, y hablaré a su corazón (…) Y te desposaré conmigo para siempre; te desposaré conmigo en justicia, juicio, benignidad y misericordia. Y te desposaré conmigo en fidelidad, y conocerás a Jehová. (2:14,19,20)

Oseas cumplió un papel tremendo como hombre de Dios quien usó su vida para mostrarnos las dimensiones de Su amor. La cúspide de esta demostración de amor infinito, tuvo que ser llevada a cabo por Dios en la persona de su Hijo. Como esposas que abandonamos el hogar en busca del placer del mundo y la satisfacción de los sentidos, Jesucristo vino a buscarnos cuando no lo merecíamos y toda justicia señalaba que el premio para nosotros eran la muerte y el repudio. En su maravilloso amor Dios , a través de Jesucristo, ha desposado nuevamente con Él para siempre; en justicia, juicio, benignidad y misericordia.

Tal vez algún día Él demande entonces de nosotros un llamado tan extraño como el asignado a ese profeta que obedeció y prestó su vida para uno de los más grandes propósitos de Dios: mostrar Su amor a quienes no lo conocen.

Lectura bíblica

La esposa infiel de Oseas y sus hijos. Oseas 1:1-11

1 “ Palabra de Jehová que vino a Oseas hijo de Beeri, en días de Uzías, Jotam, Acaz y Ezequías, reyes de Judá, y en días de Jeroboam( hijo de Joás, rey de Israel. 2 El principio de la palabra de Jehová por medio de Oseas. Dijo Jehová a Oseas: Ve, tómate una mujer fornicaria, e hijos de fornicación; porque la tierra fornica apartándose de Jehová. 3 Fue, pues, y tomó a Gomer hija de Diblaim, la cual concibió y le dio a luz un hijo. 4 Y le dijo Jehová: Ponle por nombre Jezreel; porque de aquí a poco yo castigaré a la casa de Jehú por causa de la sangre de Jezreel, y haré cesar el reino de la casa de Israel. 5 Y en aquel día quebraré yo el arco de Israel en el valle de Jezreel. 6 Concibió ella otra vez, y dio a luz una hija. Y le dijo Dios: Ponle por nombre Lo-ruhama, porque no me compadeceré más de la casa de Israel, sino que los quitaré del todo. 7 Mas de la casa de Judá tendré misericordia, y los salvaré por Jehová su Dios; y no los salvaré con arco, ni con espada, ni con batalla, ni con caballos ni jinetes. 8 Después de haber destetado a Lo-ruhama, concibió y dio a luz un hijo. 9 Y dijo Dios: Ponle por nombre Lo-ammi, porque vosotros no sois mi pueblo, ni yo seré vuestro Dios. 10 Con todo, será el número de los hijos de Israel como la arena del mar, que no se puede medir ni contar. Y en el lugar en donde les fue dicho: Vosotros no sois pueblo mío, les será dicho: Sois hijos del Dios viviente. 11 Y se congregarán los hijos de Judá y de Israel, y nombrarán un solo jefe, y subirán de la tierra; porque el día de Jezreel será grande.”

El amor de Jehová hacia su pueblo infiel. Oseas 2:1-23

1 Decid a vuestros hermanos: Ammi; y a vuestras hermanas: Ruhama 2Contended con vuestra madre, contended; porque ella no es mi mujer, ni yo su marido; aparte, pues, sus fornicaciones de su rostro, y sus adulterios de entre sus pechos; 3 no sea que yo la despoje y desnude, la ponga como el día en que nació, la haga como un desierto, la deje como tierra seca, y la mate de sed.4 Ni tendré misericordia de sus hijos, porque son hijos de prostitución. 5 Porque su madre se prostituyó; la que los dio a luz se deshonró, porque dijo: Iré tras mis amantes, que me dan mi pan y mi agua, mi lana y mi lino, mi aceite y mi bebida. 6 Por tanto, he aquí yo rodearé de espinos su camino, y la cercaré con seto, y no hallará sus caminos. 7 Seguirá a sus amantes, y no los alcanzará; los buscará, y no los hallará. Entonces dirá: Iré y me volveré a mi primer marido; porque mejor me iba entonces que ahora. 8Y ella no reconoció que yo le daba el trigo, el vino y el aceite, y que le multipliqué la plata y el oro que ofrecían a Baal. 9 Por tanto, yo volveré y tomaré mi trigo a su tiempo, y mi vino a su sazón, y quitaré mi lana y mi lino que había dado para cubrir su desnudez. 10 Y ahora descubriré yo su locura delante de los ojos de sus amantes, y nadie la librará de mi mano. 11Haré cesar todo su gozo, sus fiestas, sus nuevas lunas y sus días de reposo,y todas sus festividades. 12Y haré talar sus vides y sus higueras, de las cuales dijo: Mi salario son, salario que me han dado mis amantes. Y las reduciré a un matorral, y las comerán las bestias del campo. 13Y la castigaré por los días en que incensaba a los baales, y se adornaba de sus zarcillos y de sus joyeles, y se iba tras sus amantes y se olvidaba de mí, dice Jehová. 14Pero he aquí que yo la atraeré y la llevaré al desierto, y hablaré a su corazón. 15Y le daré sus viñas desde allí, y el valle de Acor por puerta de esperanza; y allí cantará como en los tiempos de su juventud, y como en el día de su subida de la tierra de Egipto. 16En aquel tiempo, dice Jehová, me llamarás Ishi, y nunca más me llamarás Baali. 17 Porque quitaré de su boca los nombres de los baales, y nunca más se mencionarán sus nombres. 18 En aquel tiempo haré para ti pacto con las bestias del campo, con las aves del cielo y con las serpientes de la tierra; y quitaré de la tierra arco y espada y guerra, y te haré dormir segura. 19 Y te desposaré conmigo para siempre; te desposaré conmigo en justicia, juicio, benignidad y misericordia. 20 Y te desposaré conmigo en fidelidad, y conocerás a Jehová. 21En aquel tiempo responderé, dice Jehová, yo responderé a los cielos, y ellos responderán a la tierra. 22 Y la tierra responderá al trigo, al vino y al aceite, y ellos responderán a Jezreel. 23 Y la sembraré para mí en la tierra, y tendré misericordia de Lo-ruhama; y diré a Lo-ammi: Tú eres pueblo mío, y él dirá: Dios mío.

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