¿Estás pasando por el desierto?

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pasar-por-el-desierto-Jesus«…LOS LLEVÓ POR EL DESIERTO…» (Salmo 78:52)

¿Estás pasando por el desierto?

 El desierto es un lugar donde apenas crece nada, escasea el agua y se avanza con dificultad sin divisar el final. Puedes experimentar el desierto en diversas situaciones: delante de una tumba, en la Oficina de Empleo o en el Juzgado que dictamina un divorcio. En el desierto:


1) No parece haber una salida.
 En las Escrituras el número cuarenta suele representar dificultades: Noé vivió el diluvio durante cuarenta días; Moisés pasó cuarenta años solo en el desierto; Jesús fue tentado por el diablo durante cuarenta días.

2) Empiezas a pensar lo peor. El desierto debilita tu compromiso y resolución y te hace buscar salidas fáciles. Si estás en un matrimonio con problemas, a lo mejor te empiezas a fijar en el marido o la mujer del vecino. Es también el campo de cultivo para hacer algo deshonesto, para la depresión y hasta para la pornografía -todas ellas cosas que normalmente no te atraerían-. «Jesús… fue llevado por el Espíritu al desierto… era tentado por el diablo» (Lucas 4:1-2).
Fíjate bien: enfrentarse cara a cara con el diablo fue idea de Dios. Jesús, el último Adán, triunfó ahí donde el primer Adán fracasó: «Por uno solo que desobedeció a Dios, muchos pasaron a ser pecadores; pero por uno solo que obedeció a Dios, muchos serán declarados justos» (Romanos 5:19 NTV). Jesús venció al maligno con la Palabra de Dios. Le dijo tres veces a satanás: «Escrito está» (Lucas 4: 4, 8, 12). Y la Palabra de Dios sigue siendo tu manual de supervivencia. Después de salir del desierto, Jesús volvió revestido del poder del Espíritu Santo, listo para lanzar su ministerio. Y Dios puede hacer lo mismo por ti. «…Los llevó por el desierto… Los guio con seguridad, de modo que no tuvieran temor…» (Salmo 78:52-53).

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