Hay poder en el sacrificio

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oracion-poder-sacrificio«…SIN CESAR HAGO MENCIÓN DE VOSOTROS SIEMPRE EN MIS ORACIONES…» (Romanos 1:9b)

Hay poder en el sacrificio

En el Tabernáculo del Antiguo Testamento, el altar del incienso (de la oración) se encendía del fuego del altar del sacrificio. La
oración es un sacrificio. Una señora nonagenaria podía recordar nombres de personas que otros apenas recordaban. Cuando le preguntaron cómo lo hacía, contestó: «Porque oro por ellos todos los días.» Es difícil olvidar a alguien por quien estás orando, ¿verdad?

Pablo sacrificaba su voluntad, su seguridad y su comodidad para servir al Señor y a su pueblo. Su gran éxito tiene que ver con
el grado de entrega de su vida por los demás.

Hay poder en el sacrificio. La cruz es el sacrificio por excelencia, y el poder más absoluto. En la medida en que entregues tu
vida por otros, en esa medida tú experimentarás el poder de Dios en tu vida diaria. Pedro dice que somos «real sacerdocio». Piénsalo.

El sacerdocio consiste en interceder y la intercesión no tiene que ver contigo, ¡es acerca de otros! «Pero estoy intentando encontrarme a mí mismo», dirás. Escucha a Jesús: «…todo el que pierda su vida por causa de Mí, la hallará» (Mateo 16:25). ¿Ha estado Dios hablándote acerca de la necesidad de interceder por otrosí Si es así, hazlo. ¡Puede que ése sea tu llamamiento! Escucha: «Sobre tus muros, oh Jerusalén, he puesto guardas; todo el día y toda la noche no callarán jamás. Los que os acordáis del Señor, no reposéis, ni le deis tregua, hasta que restablezca a Jerusalén, y la ponga por alabanza en la tierra»(Isaías 62:6,7).

Persevera en la oración. ¡Dios contestará!

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