La cueva de David – Parte 4

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Dios-y-yo«El SEÑOR ESŠ MI ESCUDO Y EL FUERTE DE MI SALVACIÓN, MI ALTO REFUGIOŠ» (2 Samuel 22:2,3b)

La cueva de David – Parte 4

Cuando David confesó a Dios que Él era su único refugio (Ver Salmo 142:5 y 2 Samuel 22:2,3b), no tenía forma de saber que había una corona en su futuro y que no iba a morir en aquel escondite, porque todo lo que sabía por entonces era que no iba a tener más que la cueva en la que estaba. Cuando te encuentras en una situación que no tiene arreglo, necesitas aprender a confiar en Dios.

No es tarea fácil, porque implica adentrarse totalmente en la Palabra de Dios, estando tan convencido de su bondad, y sometido sin reservas a su señorío que sabes que dondequiera que estés, estarás bien… ¡mientras Él esté allí contigo!

Jesús sufrió también muchas «cuevas». Su vida estuvo en peligro constante. Perdió su posición de liderazgo, su status como maestro, e incluso a sus amigos. Y las cosas fueron a peor: le llevaron a una cruz y allí murió. Aparentemente, con Él, los sueños que había inspirado a otros murieron también. Entonces, lo que había empezado como un éxito brillante, parecía abocado a un vergonzoso fracaso.

Jesús entiende tus sentimientos de aislamiento y soledad mejor que nadie, porque nadie bajó jamás a la muerte como Él lo hizo. Sus enemigos, sin embargo, cometieron el error de meterle en «cuevas», pues no sabían que allí es donde Dios resucita lo que está muerto: esperanzas, sueños, matrimonios, ministerios, relaciones…

¡No cayeron en la cuenta de que Él hace algunas de sus mejores obras precisamente en «cuevas»! Si estás en una hoy, anímate: Jesús salió victorioso… ¡y su plan es ayudarte a hacer lo mismo!]]>

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