«…EN CUANTO NO LO HICISTEIS A UNO DE ESTOS MÁS PEQUEÑOS, TAMPOCO A MÍ LO HICISTEIS» (Mateo 25:45b)
¿Cristiano, te fijas en la gente?
¿Conoces a tus vecinos, o a la mujer que te cobra en la tienda, o al chaval que te atiende donde sirven comida rápida, o a tu cartero? ¿Ni idea? Bien, esto es lo que un profesor les dijo a sus alumnos: «Recuerdo que en el instituto el maestro nos hizo un examen de improvisto. Yo era un alumno concienzudo y respondí «con los ojos cerrados», hasta que llegué a la última pregunta: ‘¿Cómo se llama la señora de la limpieza?‘. ¡Aquello tenía que ser una broma! La había visto muchas veces; ella tenía el cabello oscuro y tendría unos cincuenta años.
¿Pero cómo iba a saber su nombre? Así que entregué mi hoja, dejando en blanco esa respuesta y pregunté si contaba para mi nota final. ‘Claro que sí’, ¡contestó el maestro! ‘En la vida te encontrarás con muchas personas diferentes. Todas ellas son importantes y merecen tu atención, aun si sólo te limitas a sonreír y a saludarlas’. Nunca olvidaré esa lección, y he intentado vivir conforme a ello (A propósito, ¡el nombre de la señora de la limpieza era Dorotea!)».
Cuando los discípulos preguntaron: «Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, sediento, forastero, desnudo, enfermo o en la cárcel, y no te servimosí» (Mateo 25:44), Jesús respondió: «…en cuanto no lo hicisteis a uno de estos más pequeños, tampoco a Mí lo hicisteis» (Mateo 25:45).
El Dios que dijo: «…te puse nombre, Mío eres tú» (Isaías 43:1b), recuerda los nombres de las personas que tú crees poco importantes. Si quieres ser como Él, ¡quizá deberías seguir su ejemplo!
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