¡El Cristiano y la tenacidad!

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“…CORRAMOS CON PACIENCIA LA CARRERA QUE TENEMOS POR DELANTE…” (Hebreos 12:1b)

La milla 19 del Maratón de Boston se encuentra situada en “Heartbreak Hill” (“Colina del Corazón roto”). Cuando llegan allí, incluso los mejores corredores del mundo están agotados. Es la parte más larga y empinada de la carrera y cuando la superas, los músculos “claman” por oxígeno.

A pesar de que la Biblia dice: “…corramos con paciencia…” (Hebreos 12:1b), generalmente asociamos ‘paciencia’ con ‘inactividad’ y ‘espera’.

Pero hay una clase de paciencia que es más difícil de adquirir. Es la paciencia que “corre”. Te ayuda a perseverar ante los reveses y te da tenacidad para actuar aunque notes tu corazón cansado. No sólo hizo posible que Jesús convirtiera el agua en vino para que la boda no fuera un fracaso (ver Juan 2:1-10), o que alimentara a una multitud hambrienta en un lugar desierto (ver Mateo 14:13-21), o que sanara a un ciego de nacimiento (ver Juan 9:1), sino que cargara un peso que no podía compartir con nadie: la traición y la muerte.

En los Juegos Olímpicos de la Ciudad de Méjico de 1968, una figura solitaria que llevaba la vestimenta de Tanzania entró en el estadio cojeando. Era John Steven Aquari, y llevaba la pierna vendada a causa de una caída. Acabó el último. Al cruzar la línea de meta, un espectador le gritó: “¿Por qué no has abandonado?”. Con una plácida dignidad, Aquari respondió: “Mi país no me mandó a 7.000 millas [11.265 kilómetros] de distancia para que empezara esta carrera; ¡me mandaron para que la terminara! El gran científico Luís Pasteur dijo: “Únicamente la tenacidad es el secreto que me ha llevado siempre a lograr mi objetivo”.

Recuerda que Dios no te ha enviado solamente a empezar esta carrera, te ha enviado para que la termines – y por medio de su gracia lo conseguirás. Así que, ¡sé tenaz!

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