La Debilidad y la Biblia – Parte 1

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«…MI PODER SE PERFECCIONA EN LA DEBILIDAD» (2 Corintios 12:9b)

Buenas noticias: ¡A Dios le encanta usar a la gente con defectos! Si únicamente utilizara a los perfectos, nunca se conseguiría hacer algo. En realidad, tu mayor debilidad se puede convertir en tu mayor arma, si dejas que ésta te acerque más al Señor. Entonces, ¿qué te lo impide? ¡El orgullo! El orgullo es el que nos hace negar, defender, excusar o resentir de nuestra debilidad. La primera de las Bienaventuranzas de Jesús dice: «Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos» (Mateo 5:3).

Ahora bien, eso no implica que tienes que aceptar los defectos de tu carácter y decir: «Bueno, supongo que soy así». Todo lo contrario, se supone que debes de trabajar en ellos y superarlos con la ayuda del Señor.

Sin embargo, Pablo habló sobre otro tipo de debilidad, «…un aguijón…» (2 Corintios 12:7b). Puede ser físico, como una enfermedad crónica o discapacidad. Puede ser emocional, como un pasado amargo o predisposición hereditaria. También puede ser intelectual. Después de todo, no todos somos superinteligentes o capacitados. Cuando consideras cuáles son tus limitaciones, podrías pensar: «Dios nunca podrá usarme a mí». ¡Estás equivocado! Al Señor nunca le limitan nuestras limitaciones; de hecho, disfruta depositando su gran poder en vasijas comunes. Pablo escribió: …tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios y no de nosotros… (2 Corintios 4:7). Al igual que cualquier pieza de cerámica, defectuosa y fácil de romper, Dios nos usará en la medida en que dejemos que Él actúe a través nuestro. De esta manera, ¡no hay duda alguna sobre de Quién es el mérito!

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