6 Cosas Que Les Debemos A Nuestros Hijos

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«HE AQUÍ… YO Y LOS HIJOS QUE ME DIO EL SEÑOR…» (Isaías 8:18)

Aquí tienes algunas cosas que como padres les debemos a nuestros hijos:

(1) ¡Quedate allí! Pasa más tiempo «intencionado» con tus hijos.

Si tu vida está sometida a un horario y tus hijos no forman parte de él, haz algo – ¡rápido! «Estar con ellos» no significa ver la televisión juntos durante tres horas. No, significa «estar presente emocionalmente», mostrándoles tus miedos e inseguridades así como tu placer y aprecio por ellos.

(2) ¡Aprende de ellos!

Hay mucho que nuestros hijos nos pueden enseñar, sobre ellos, sobre nosotros y sobre Quién es Dios. Cuando nos damos cuenta de que no tenemos todas las respuestas, nos abrimos para dejar que el Señor nos hable a través de nuestros hijos. Tal receptividad refuerza su fe en Dios, les ayuda a mantenerse enseñables y nos mantiene jóvenes de corazón.

(3) ¡Sé su padre, no solamente su amigo!

Es vital, especialmente durante los años de formación, mantener los límites y establecer las reglas. Los niños necesitan estructuras. Éstas les producen seguridad. Esto incluye cosas tales como irse a la cama a las 9 cuando son pequeños, e ir aplazando la hora cuando van creciendo. Hacer esto les hace entender que la edad trae libertad, pero no de repente, ya que la libertad conlleva responsabilidad y no están tan preparados como ellos piensan para asumirla. No intentes ser el mejor amigo de tu hijo para que satisfaga tu necesidad emocional. Sus «hombros» no son lo suficientemente fuertes como para llevar esa carga. Ten confianza en Dios y en quien eres. Busca ánimo en fuentes más resistentes y sé el padre firme pero gentil que tus hijos necesitan.

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6 Cosas Que Debemos a Nuestros Hjos

(4) Desprendete de tu «bagaje».

Poco antes de la fiesta de cumpleaños de su hijo, cierto padre ojeaba un viejo álbum de fotos de su propia infancia. De pronto recordó que él tenía 12 años cuando su padre abandonó la familia y se mató. Al ver a su hijo acercándose a esa misma edad, el padre se asustó; se puso cada vez más ansioso y deprimido porque la situación reabrió viejas heridas no curadas. Después de hablar con un consejero, recobró la paz, dándose cuenta de que era muy distinto a su padre y de que él no estaba a punto de abandonar a su familia. Así que, ¡desprendete de tu «bagaje»!

(5) Perdona y pide perdón.

Haciendo esto, enseñas a tu hijo que: (a) todos debemos asumir las consecuencias de nuestros actos; (b) crecemos cuando lo hacemos; (c) equivocarse es una parte inevitable del aprendizaje; (d) debemos ser prestos para extender a los demás la gracia que nos ha sido otorgada.

(6) ¡Bendícelos!

Escucha: «‘Son mis hijos, los que Dios me ha dado aquí…’, respondió José a su padre. ‘Acércalos… a mí, y los bendeciré’, dijo Israel» (Génesis 48:9). Los principios que defiendes en tu vida y las bendiciones que disfrutas son transferibles; pásaselos a tus hijos. Tanto si les dices lo que hay en tu corazón, como si les dejas una simple nota diciéndoles lo orgulloso que estás de ellos, ¡no pierdas ninguna oportunidad de bendecir a tus hijos!

A menudo, nuestros hijos nos recuerdan a nosotros mismos. Detectamos en ellos las mismas inclinaciones con las que nosotros mismos luchamos. Cuando les vemos pasar en la «autopista» de la vida por los mismos lugares donde nosotros «chocamos» y «nos quemamos», es difícil no querer salvarles. ¡Pero a menudo no podemos hacerlo! Son mayores de edad, con sus propias convicciones, valores y sueños.

Si la parábola del hijo pródigo nos enseña algo, es que los buenos padres pueden tener hijos que sólo son capaces de aprender las cosas de la manera dura. ¿Qué podemos hacer? Orar por ellos, y ¡»estar allí» cuando vuelvan! Muchos adultos competentes de hoy eran anteriormente hijos pródigos salvados por las oraciones de padres que ¡rehusaron abandonar! Padres, si lo que estáis haciendo os está alejando de orar por vuestros hijos, ¡estáis haciendo más de la cuenta! No hay nada tan valioso como el tiempo que pasas delante de Dios intercediendo por ellos. «¡Pero yo no sé como orar!».

Prueba esto: «Padre, estoy preocupado acerca de la dirección que mis hijos están tomando. Ahora mismo parecen encontrarse fuera del alcance de mi voz y de mi influencia. Pero Tú sí puedes llegar a ellos. Puedes recordarles lo que se les ha enseñado, y orquestar las circunstancias que les devolverán hacia Ti. Tu Palabra dice: «Guarda sus estatutos y sus mandamientos…, para que te vaya bien a ti y a tus hijos después de ti…» (Deuteronomio 4:40). Así que, yo les reclamo para Ti, y creo en que ellos decidirán servirte y andar en tus bendiciones por el resto de sus vidas. Amen».

1 COMENTARIO

  1. HABLARLE A NUESTROS HIJOS DEL ORDEN Y DE LA AUTORIDAD, HACERLES VER SIN TITUBEAR Y CON FIRMEZA QUE ASÍ ES, Y TAN SÓLO PARA QUE EXISTA ARMONÍA SE DEBE DE RESPETAR ESTE ORDEN,Y QUE LA AUTORIDAD TAMBIÉN SIGNIFICA RESPONSABILIDAD POR ESO HAY CABEZAS DE HOGAR ELEGIDAS QUE TIENEN ESE CARGO DE FORMA NATURAL Y DEBEMOS ASUMIR ESA AUTORIDAD A QUIENES NOS CORRESPONDE CON RESPONSABILIDAD Y SABIDURÍA, Y QUE A NUESTROS HIJOS UN DÍA LES TOCARÁ SER AUTORIDAD y CABEZAS DE HOGAR Y QUE EL EJEMPLO LES AYUDARA A CUMPLIR CON NATURALIDAD . BENDICIONES!

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