La Biblia y el Examinar Tus Motivos

0

Tabla de Contenidos

La Biblia y el Examinar Tus Motivos en tu Corazón

«[A]…DIÓTREFES… LE GUSTA TENER EL PRIMER LUGAR…» (3 Juan 9)

Un pastor escribió: «Hace años quise liderar cierto ministerio. Cuando no fui elegido, me enfadé. Por supuesto, lo disimulé. Eso no significa que no amaba al Señor, ¡sólo que quería servirme más a mí mismo que a Él! Diciéndome ‘no’, Dios estaba corrigiendo una actitud destructiva que arruinaría cualquier ministerio útil que yo pudiera presidir. Cuando representas al Señor tan visiblemente, es casi imposible detectar que eres un farsante… excepto para Dios».

Muchos de nosotros sufrimos «adicción a la aprobación». Los síntomas son: vivir sometidos a lo que los demás piensan de nosotros; ser heridos con facilidad por lo que dicen; un sentimiento molesto de no ser lo suficientemente buenos, e intentar impresionar a las personas «importantes». Y, como todos los adictos, haremos lo que sea por conseguir nuestras «dosis».

Henri Nouwen escribió: «Muchas de mis preocupaciones diarias indican que pertenezco más al mundo que a Dios. Un poco de crítica me molesta… una pequeña adulación levanta mi estado de ánimo… a menudo soy como una barquita en el océano, totalmente a merced de las ‘olas'».

Pablo escribió: «En cuanto a mí, en muy poco tengo el ser juzgado por vosotros… el que me juzga es el Señor» (1 Corintios 4:3-4). Imagina tener como»…muy poco...» el recibir críticas. Figúrate ser liberado de la necesidad de impresionar, que nuestra autoestima no se apoye más en si alguien se ha dado cuenta de «lo listos y atractivos» que somos. Imagínate el incluso poder sentir amor hacia alguien que expresa su desaprobación de nosotros. Esto no solamente es posible, sino que con la ayuda de Dios y mucho trabajo duro, ¡es asequible!

«NO HAS MENTIDO A LOS HOMBRES, SINO A DIOS» (Hechos 5:4b)

Un pastor de buen nombre escribió: «Muchos domingos he predicado sermones que han conmovido profundamente a los miembros de mi congregación. Pero, irónicamente, los he ‘preparado’ discutiendo con mi mujer de camino a la iglesia, o amargándoles la vida a mis hijos. Con esa práctica que dan los años, fácilmente me transformaba en ‘El Pastor’, presentándome instantáneamente compasivo, santo y espiritual. Pero era un embustero… El sentirte necesitado, respetado y querido puede llegar a ser una motivación tan grande como tu amor por Cristo». ¡Caramba…!

Ananías y Safira albergaban motivaciones erróneas y les costó muy caro. Ellos habían visto que otros creyentes habían vendido sus propiedades para ayudar a los pobres y pensaron que era una gran idea – en teoría… No obstante, cuando ellos hicieron lo mismo, se quedaron con parte del dinero y mintieron sobre ello. Deseaban tener una creciente notoriedad y reconocimiento espiritual sin pagar por ello todo el precio. Pero Pedro dijo: «No has mentido a los hombres, sino a Dios» (Hechos 5:4b).

Y ¿sabes qué? Hay mucho más de Ananías y Safira en nosotros de lo que queremos admitir. Buscamos reconocimiento. ¡Ten cuidado! ¡Ser el centro de atención fácilmente puede llegar a ser adictivo! Además, te puede descalificar ante los ojos de Dios. Repasa estos dos versículos:

(a) «…el Señor escudriña los corazones de todos, y entiende todo intento de los pensamientos. Si tú le buscas, lo hallarás…». (1 Crónicas 28:9b);

(b) «Yo, el Señor, que escudriño la mente, que pruebo el corazón, para dar a cada uno según su camino…» (Jeremías 17:10).

«…NO OS REGOCIJÉIS DE QUE LOS ESPÍRITUS SE OS SUJETAN, SINO REGOCIJAOS DE QUE VUESTROS NOMBRES ESTÁN ESCRITOS EN LOS CIELOS» (Lucas 10:20)

Si nos descuidamos, tener una buena apariencia puede llegar a ser más importante que hacer el bien. Por ejemplo, cuando alguien nos elogia por lo mucho que le hemos ayudado, nos hace sentir bien, ¿verdad? Los discípulos no eran distintos. Cuando Jesús les envió a su primera misión, ellos «(R)[r]egresaron… con gozo, diciendo: ‘¡Señor, hasta los demonios se nos sujetan en tu Nombre'» (Lucas 10:17). Ahora bien, aunque Jesús les animó, también les advirtió: «…no os regocijéis de que los espíritus se os sujetan, sino regocijaos de que vuestros nombres están escritos en los Cielos». ¡Dios no quiere que hagamos las cosas correctas por razones equivocadas! Escucha: «…porque el Señor es el Dios que todo lo sabe y a Él le toca pesar las acciones» (1 Samuel 2:3b).

Jesús les enseñó la práctica de la discreción. Escucha: «Guardaos de hacer vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos…» (Mateo 6:1). La práctica del anonimato libera a aquéllos de nosotros que están atrapados por el deseo de «ser vistos». Nos capacita para alejarnos del «mundo de las impresiones». Y eso, ¿qué esí Intentar impresionar a los demás de que nuestros motivos son puros, nuestros logros estelares, y que nuestra vida está en mejores condiciones de lo que realmente está. Los «padres pioneros» de América tenían un dicho con respecto a la relación entre la práctica de la discreción y tener un corazón «fogoso» para el Señor: «Si quieres mantener el ‘horno’ caliente, no debes ‘abrir la puerta’ demasiadas veces».

Una vez, Winston Churchill tildó a Clement Atlee [que dicho sea de paso le derrotó en las elecciones generales del año 1945 y que fue Primer Ministro hasta 1951] de «un modesto hombre pequeñito que tiene mucho por lo que ser modesto». Y esto nos describe a todos, ¿verdad?

Espero que este devocional haya llegado a tu corazón, y a partir de hoy siempre examines tus motivos para ver si los mismos son justos y correctos.

Bendiciones

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí