¿Seré yo?

¿Seré yo?

Quizá usted ha escuchado este tipo de comentarios a la salida de la celebración del domingo, “estuvo muy buena la predicación, lástima que no vino la hermana María porque estaba a su medida lo que dijo el Pastor”.

O a lo mejor se ha dado cuenta que alguien esta codeando a su esposo, esposa o hijo, como dándole a entender que ponga atención en lo que dice el predicador porque está haciendo alusión a él o ella.

Esto porque nos es muy fácil identificar los errores y faltas ajenos, y terriblemente difícil darnos cuenta de los propios, el Señor Jesús lo dijo cuando comento:

Mateo 7:3 “¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo?”

En una ocasión platicaba con un hermano de la Iglesia y me decía, últimamente pareciera que todas las predicaciones y enseñanzas están dirigidas a mí.

Compruebo cada vez que Dios sabe lo que estoy viviendo y pensando, de pronto me da la impresión de que el resto de los hermanos desaparecen y solo estamos el predicador o el maestro y yo, pero además después ya no es el predicador sino que pareciera que Dios mismo me está hablando exclusivamente a mí e incluso dice mi nombre.

Es cuando tengo estas experiencias en que aprendo más y más, pero es cuando realmente se que Dios tiene los ojos abiertos todo el tiempo y puede vernos a todos.

Pero hay algo que he aprendido, que si yo voy con la disposición de saber qué es lo que Dios me quiere decir, entonces ocurre esto, por ello desde que empieza la predicación ante cada palabra que dice el predicador hago como los discípulos en la cena:

Marcos 14:19 “… y a decirle uno por uno: ¿Seré yo? Y el otro: ¿Seré yo?”

Hermano, hermana, si aun no le ocurre lo mismo que a este hermano, si aun no ha podido identificar que cada predicación y enseñanza, tiene algo para usted, lo invito a que también se pregunte ¿Seré yo?, y a que asista siempre con una mente dispuesta, porque Dios siempre tendrá algo que enseñarnos, él nunca soltara palabras ociosas, sino que todas serán para la necesaria edificación de los oyentes.

Dios les bendiga.

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