Tenemos Este Tesoro En Vasos De Barro

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«…TENEMOS ESTE TESORO EN VASOS DE BARRO…» (2 Corintios 4:7)

Cuando la gente oye nuestros subjetivos testimonios llenos de éxito y sin fracasos, se desanima; piensa que mientras ella está luchando, la vida nos va a nosotros «viento en popa». Esto ocurre porque falsificamos los hechos y fallamos en decir toda la verdad.

¡Que Dios nos ayude! Nuestro mensaje es: Fuimos salvos por gracia, somos salvos por gracia, y seremos salvos por gracia.

Fue después de que David falló miserablemente con Betsabé (lee 2 Samuel 11:2-4) que la gracia volvió a «dictar» su vida, permitiéndole escribir los Salmos más especiales, aquéllos en los que todos encontramos consuelo y sanidad. Fue después de que Pablo hiciera que los creyentes terminaran en la cárcel (lee Hechos 9:1,2) cuando pudo escribir: «…soy deudor» (Romanos 1:14b) y continuó afectando al mundo entero con el evangelio.

¡No te rindas porque alguien descubra que tienes un tesoro en un vaso de barro (simplemente una vasija de barro, tal vez hasta un pequeño bote lleno de grietas – lee 2 Corintios 4:7). Hay un «grito en el camino a Jericó lanzado por un ciego» (lee Lucas 18:35) que nadie más que tú puede oír. Créelo, algún ladrón moribundo te escuchará y será salvo si tan sólo sigues extendiéndole la mano a través de tu dolor, porque ¡el mensaje que nos salva a nosotros es el mismo que salvará a otros también!

Aceptar a los rechazados no es la debilidad del evangelio, ¡es su fuerza! Hay un «mundo» de diferencia entre la frialdad de un corazón rebelde y el grito de un corazón atribulado que dice:

«Señor, sálvame de mí mismo». Si echamos un vistazo a la gracia de Dios, nos insta a todos a ponernos de rodillas, confesando y abandonando el pecado, «…y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo» (2 Corintios 10:5b).

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