Moderar Ese Ferviente Deseo de Siempre Tener La Razón

Moderar ese ferviente deseo de siempre tener la razón.

Tener la razón es algo que alimenta por supuesto nuestro ego, pero también la autoestima, es una de esas cosas que le hacen a uno sentirse bien, quizá por ello la mayoría de nosotros siempre quiere tenerla.

Es música para nuestros oídos escuchar la frase “tienes razón” y cuando estamos en la posición de decir “lo ves, tenía razón”, independientemente de la situación y de querer realmente ser modestos, existe un verdadero disfrute, algo ocurre seguramente en el ámbito químico de nuestro organismo que nuestra expresión de satisfacción es incontrolable.

De hecho da la impresión que esas maravillosas sensaciones tienen una especie de efectos adictivos, porque muchos de nosotros siempre queremos tener la razón, y buscamos incluso ya de manera inconsciente el tenerla, para otros se vuelve un hábito desmesurado.

Para quien siempre quiere tener la razón, el tener que ceder en algún momento, cosa que requiere de circunstancias extremas resulta un trago amargo como el ajenjo, reciben un golpe serio a su ego, a su orgullo e inclusive genera un efecto traumático difícil de sobrellevar y que solamente recibe consuelo al volver a experimentar tener la razón, de tal manera que se busca propiciar situaciones en las que se pueda volver a escuchar esa conjugación magistral de notas musicales como de Chopin o Beethoven “tienes razón”.

Sin duda el querer tener siempre la razón nos va a traer problemas en la interacción con otras personas, más aún si nos encontramos con otras que están en la misma posición que nosotros, porque para nuestra no muy buena fortuna muchos tenemos el mismo padecimiento.

Luego entonces sería maravilloso moderar ese ferviente deseo de siempre tener la razón, he aquí tres cosas que nos pueden ayudar:

 

  1. Ser conscientes y aceptar la multiforme sabiduría de Dios.

    Si nosotros fuimos creados a imagen y semejanza de Dios, por supuesto que en nosotros existirá aunque en menor medida pero también una sabiduría multicolor como en el caso de Dios, esto tiene como implicación que podemos tener la razón de manera simultánea muchas personas a la vez, aunque con planteamientos distintos. Por lo cual si podemos pensar en que la razón no siempre es única y de la manera que nosotros pensamos, tendrá que disminuir nuestro afán.

 

Efesios 3:10 “para que la multiforme sabiduría de Dios sea ahora dada a conocer por medio de la iglesia a los principados y potestades en los lugares celestiales,”

Génesis 1:26-27 “Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza;… 27 Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.”

 

  1. Saber escuchar.

    Una de las grandes carencias de alguien que siempre quiere tener la razón es el no saber escuchar, es tanta su necesidad de tener la razón que aun cuando en ocasiones se la dan, ni siquiera se da cuenta, esta tan interesado en ver la reacción que desea, esa expresión de sumisión ante su verdad absoluta que le cuesta trabajo escuchar, es probable que ya no estén discutiendo con él, pero se empeña en persuadir aun al persuadido. Es por ello que si usted siempre quiere tener la razón debe hacer un esfuerzo extra para poder distinguir las palabras de los demás entre la densa niebla de su interés.

 

Santiago 1:19 “Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse;”

Proverbios 18:13 “Al que responde palabra antes de oír, Le es fatuidad y oprobio.”

Proverbios 19:20 “Escucha el consejo, y recibe la corrección, Para que seas sabio en tu vejez.”

 

  1. Esfuércese por ser humilde.

    La falta de humildad es probablemente el peor enemigo que tenemos cuando deseamos ceder la razón, cuando ya hemos detectado que nos causa muchos problemas ese anhelo de siempre tenerla, necesitamos por tanto pedirle al Señor que nos provea de humildad y estar enteramente dispuestos a hacerla nuestra, nunca alguien que carezca de humildad podrá vencer esa necesidad imperante de tener la razón, su soberbia sale vencedora, su orgullo enaltecido y su ego tan bien nutrido no le dejará vencer sino que hace fuerte su necedad, es por tanto imprescindible hacerse humilde y no creerse sabio en su propia opinión, no ser soberbio ni tampoco orgulloso.

Proverbios 26:12 “¿Has visto hombre sabio en su propia opinión? Más esperanza hay del necio que de él.”

Proverbios 29:23 “La soberbia del hombre le abate; pero al humilde de espíritu sustenta la honra.”

Proverbios 11:2 “Cuando viene la soberbia, viene también la deshonra; mas con los humildes está la sabiduría.”

Proverbios 21:4 “Altivez de ojos, y orgullo de corazón, y pensamiento de impíos, son pecado.”

Procuremos alimentar estas tres actitudes, sin duda tendremos una vida más invadida de paz, una mejor comunicación con nuestro prójimo y una mejor aceptación de parte de Dios.

Dios les bendiga.

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